“Ya no tengo estómago para tragarme las
cosas que hace este diario en nombre del periodismo”.
CLAUDIO DIAZ: POR QUÉ
RENUNCIÉ A CLARÍN.
Por
Claudio Diaz
He tomado la decisión de
renunciar al cargo de redactor que ejercía y, como es de rigor en estos casos,
quiero despedirme de los amigos que gané durante mis siete años de permanencia
en el diario y de los buenos compañeros con los que compartí muchas tardes
entretenidas.
Pero no quiero irme sin antes explicarles, a ustedes y también a
quienes ocupan los cargos jerárquicos de esta empresa, los motivos de mi
retiro.
A fines de marzo la revista Veintitrés me pidió una opinión sobre el
rol que cumplen los medios periodísticos y algunos intelectuales en la
elaboración del discurso político actual.
Yo efectué una dura crítica a lo que se da en llamar el Grupo Clarín y
acentué, particularmente, lo que a mi criterio había sido una clara
manipulación informativa durante la cobertura del conflicto Gobierno vs. Campo,
tanto por parte del diario como de Canal 13 y TN.
En este caso no hice más que expresar, libremente, la vergüenza que me
provocó -como periodista pero también como simple ciudadano- el ejercicio “periodístico”
del Planeta Clarín y sus satélites.
La reacción por parte de la empresa, como es de suponer, fue inmediata.
Y hasta la consideré razonable.
Es más: a uno de los colegas aludidos, Julio Blanck, le dí
explicaciones acerca de por qué yo lo incluía en una lista de hombres de prensa
que -desde mi punto de vista- sostienen un discurso “progresista” pero le
terminan haciendo el juego al llamado establishment.
Hasta ahí todo bien.
Lo que siguió después es
distinto.
Las autoridades editoriales
(en este momento no se me ocurre otro término) le comunicaron a mis jefes que “de
ahora en más” dejara de escribir la página 3 del Zonal (que se supone
es la más “importante”) y que me limitara a hacer -es textual- “notas
blandas”.
Una estupidez, realmente.
Pero pocas horas después se
emitió otra orden: que no se me autorizara a tomar la totalidad de días de
vacaciones adeudados, que había pedido para esta semana..
No dieron argumento alguno
para justificar la negativa.
La verdad es que por ninguno de estos dos castigos tendría que haberme
hecho mala sangre.
Sin embargo, dije “basta” y tomé la decisión de no
seguir adelante con mi trabajo en el Zonal, harto del doble discurso de este
diario, de su hipocresía, de pontificar en sus editoriales y notas de opinión
una cosa para después hacer otra.
Es tanta la repugnancia que sentí por quienes posan como adalides de la
libertad de expresión que me dije a mi mismo: “hasta aquí llegué”.
Quiero decir: hace más de 20
años que ejerzo el oficio de periodista; conozco perfectamente los
condicionamientos que nos ponen para atenuar o directamente diluir nuestra
vocación de contar y decir las cosas como uno cree que son, aun a riesgo de
equivocarse.
En fin, en casi todos lados
he comprobado (eso tan viejo pero siempre vigente) que una cosa es la libertad
de prensa y otra la libertad de empresa.
Pero lo que viví en Clarín en
los últimos tiempos superó todo… Gracias a Dios, ¡todavía tengo vergüenza!
Pero lo que ya no tengo es
estómago para tragarme las cosas que hace este diario en nombre del
periodismo.
A esta altura ya no puedo
soportar tanto cinismo.
Como cuando desde un título o
una nota se insiste en que no decrece el nivel del trabajo en negro y las
condiciones laborales son cada vez más precarias, siendo que en todas las
redacciones del Grupo se emplea a pasantes a los que se los explota de manera
desvergonzada, obligándolos a hacer tareas de redactor por la misma paga que
recibe un cadete, sin obra social ni vacaciones.
Es el mismo cinismo de
despotricar contra la desocupación al tiempo que se lanzan a la calle nuevos
productos sin contratar a trabajadores, duplicando y hasta triplicando el
horario de los que ya están dentro de la maquinaria.
Es el mismo cinismo de
presionar a redactores para que se conviertan en editores, bajo la promesa
(falsa) de que “algún día” se les reconocerá la diferencia salarial.
Si, como se sostiene el
martes 15 en la cotidiana carta del editor al lector, “son los medios y los
periodistas los que deben regularse y actuar con responsabilidad democrática”,
pues bien Sr. Kirschbaum, yo empiezo por esa tarea.
Porque si Clarín tanto se
rasga las vestiduras asegurando que respeta la libertad de expresión, ¿por qué
sanciona a un periodista que vierte, ejercitando esa libertad de pensamiento,
una opinión?
Tengo otras cosas para
decirle a usted y a quienes lo secundan (si es que a esta altura todavía están
leyendo…): la demonización que practica el diario a través de un “inocente”
semáforo que cumple la misión de dividir al mundo en ángeles y demonios
(según el interés ideológico o comercial del Grupo), ha llegado al nivel de un
verdadero pasquín que nada tiene que envidiarle a las publicaciones
partidarias.
Es peor todavía, porque éstas
tienen la honestidad de reconocerse como expresiones de un partido político o
de un espacio ideológico.
En cambio, Clarín se imprime
bajo el infame rótulo de periodismo independiente…
En pos de engrosar la cuenta
bancaria se ha perdido todo decoro.
Da la sensación de que los
que se llaman periodistas o columnistas ya ni sienten un mínimo de pudor por
haberse convertido en contadores del negocio mediático, desvividos por saber
cuánto dinero ingresa a las arcas; lo único que les falta es salir con el
camión de Juncadella.
Digo esto porque ha sido
patética, en la misma carta del editor del martes 15, la reacción editorial
contra otros medios periodísticos competidores que estarían atreviéndose a
morder un pedazo del queso que el Grupo quiere deglutirse, como de costumbre,
solito y solo, calificando a aquellos de miserables, travestidos y miembros de
una jauría.
¡Después cuestionan a D’Elía
o a Moyano por las palabras “ofensivas” que lanzan contra el
periodismo independiente y democrático!
La mayoría de quienes me
conocen saben de mi simpatía y hasta cierta militancia por el peronismo.
Pero también saben que no me une ningún tipo de relación con el
gobierno, ni con su tan temido Observatorio de Medios, ni con los jóvenes de la Cámpora ni tampoco con sus
“grupos
de choque”.
La aclaración vale para que
estén tranquilos y no piensen que durante estos siete años fui un agente
infiltrado en el Zonal Morón.
Simplemente amo el trabajo
periodístico, tengo pensamiento propio (aunque, qué le vamos a hacer…: no es el
políticamente correcto) y un compromiso de honrar mi oficio.
A Ricardo Kirschbaum, a
Ricardo Roa y a tantos otros que mandan les digo que estoy preparado para
asumir lo que venga, porque no me extrañaría que las redacciones de otros
medios empiecen a recibir llamados telefónicos pidiendo que se me prohíba
trabajar de lo que soy.
Tan libre me siento, tan
espiritualmente íntegro de poderles decir lo que les digo (aunque les resbale),
que ya no me importa si la larga mano del Grupo le pone candado a mi futuro
para no dejarme otra opción que trabajar como remisero o repositor de
supermercado.
Me voy orgulloso de haber
seguido aprendiendo lo que es vocación, oficio, dignidad y ejercicio
responsable del buen periodismo.
Que me lo dieron los jefes de
los zonales y un montón de amigos y compañeros a quienes no voy a nombrar para
evitarles quedar marcados por mi cercanía afectiva.
Me voy avergonzado de la
conducta de quienes deberían honrar el trabajo periodístico y no lo hacen.
(Leído por el periodista César Litvin en el programa "El gato escaldado", en AM750, el 8/6/2014, en homenaje por el Día del Periodista).
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¿Quién era Claudio Díaz?
Claudio Diaz es un periodista fuera de lo
común. Yo diría un hombre y un periodista excepcional. Triunfador en aquel ODOL
Pregunta de Cacho Fontana, cuando tenía 12 años contestando sobre “Selecciones
Nacionales de Fútbol”, le compró a su mamá la casa familiar con el millón de
pesos ganados. Fundador de la FM Haedo con
los Centros Culturales Discepolo y Jauretche de esa localidad, fue el Secretario
de redacción de la famosa revista “Jotapé” de los ´80s. También fue ganador del
“Martín Fierro” como integrante del equipo periodístico de radio Mitre y tuvo
la responsabilidad de organizar la Red
Informativa de TE LE FE con un excelente equipo de
profesionales y luego el Noticiero de TE
LE FE Noticias. Autor del “Manual del Antiperonismo Ilustrado” lo
presentó en “El
General” con el prologo y la presencia de Mario Oporto. Amigo del
legendario “Gato”
Carbone que fuera director de “Linea” y “El Despertador” Claudio Diaz
fue colaborador
en la revista “El Periodista” En gráfica trabajo en “Cronica”, “La
Razón” y des+-de el 2001 en
el diario Clarín. Realizo la comulación del libro “La Prensa Canalla”
(El Cid editor)
y con Antonio Zucco escribió “La ultraderecha argentina” (editorial
Contrapunto).
En 1989 ganó el premio latinoamericano de periodismo José Marti por una
serie
de articulos publicadios en la
Razon sobre las sectas evangélicas financiadas por los Estados
Unidos. Por esa investigación viajó a Cuba y fue recibido en persona por
Fidel
Castro. Hincha de Boca y Deportivo Morón, escribió en el libro “A LA
BOCA” varios trabajos sobre
la trayectoria de 100 idolos del Club zeneixe y “Morón el Grito Nuestro
de cada
Sabado” que refiere a la historia de ese Club futbolero. Uno de mis
orgullos
personales, las cosas valiosas que uno siente en la vida como un
galardón, fue su
dedicatoria en la primera página de su excelente libro “Manual del
Antiperonismo ilustrado” donde describe inteligente y sanamente a la
mentirosa “progresía”
antiperonista. Allí me decía entre otras cosas: “Porque al lado tuyo
aprendí a
conocer al peronismo…y otras cosas que me sirvieron para crecer en la
vida…” Este acto suyo me muestra la clase de madera con que ha sido
construido. Para
nosotros, los compañeros, sus
admiradores del barrio, su gesto de “asco” nos devuelve la dignidad de
practicar el periodismo y el peronismo. MARTIN
GARCIA / NAC&POP
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2 comentarios:
¿Quién dice que todo está perdido?
Haciendo honor al primero de esos 10 "mandamientos" para el periodista, según Tomás Eloy Martínez que citaste en tu blogueo anterior, Claudio Díaz se decidió y procedió.
Aunque parezca una tontería, la honestidad y audacia de quien deja de lado su conveniencia personal para enfrentar a un poderoso, algo tan simple y a la vez tan difícil de poner en práctica, constituye un arma eficacísima y ejemplar para horadar los cimientos de barro de esos canallas.
Este posteo debería ser divulgado a los cuatro vientos para seguir volteando las caretas del poder real. Te felicito por publicarlo.
Saludos
Gracias Tilo. Me pareció que era digno de publicarse y multiplicarse, porque no todo está podrido en el periodismo, por suerte, y Clarín es el peor ejemplo, lo que NO debe ser nunca el periodismo.
Saludos para vos y gracias por leer mi post.
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