Axel Kicillof, Cristina Fernández, Alberto Fernández y Verónica Magario. |
PASO al futuro.
Llegaron las PASO.
El Domingo 11 de
Agosto se desarrollaron las tan esperadas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias). El clima de incertidumbre sobre
el desarrollo del escrutinio provisorio y de los resultados nos tenía a todos y
todas en vilo. Había sospechas muy firmes acerca de una posible manipulación del
escrutinio: las pruebas realizadas, algunas sin compartirlas con los partidos
de la oposición participantes y otras públicas, no daban ninguna seguridad de
que el gobierno macrista, encargado de la tarea, no aprovechara de una
contratación tan amañada de la empresa SmartMatic (sospechada y rechazada en
varios países anteriormente), para manipular la comunicación de dicho
escrutinio. La experiencia de la elección de 2017 cuando, con la retención en
el volcado de datos, se comunicó erróneamente un resultado favorable al
gobierno en horario prime time, revertido horas más tarde, servía de
preocupante indicio de que algo parecido podría volver a ocurrir. Quienes
miraban la tele a esa hora y veían los festejos en el bunker de la Alianza
PRO-UCR se quedaron con la idea de que habían ganado. Cuando en la madrugada
las mesas escrutadas eran la casi totalidad, nos enteramos de que quien había
ganado era la principal lista opositora, liderada por la Senadora y ex
presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Esta vez se habían
tomado recaudos: se hicieron presentaciones ante la justicia, se reclamó a las
autoridades electorales sobre respetar la transparencia y ante la negativa a
suspender el uso del sistema informático sospechado se organizó un sistema
paralelo de conteo y transmisión de datos, de validadores digitales, etc. En
fin. Se tomaron una serie de medidas que compensaran la posible trampa en la
que el gobierno podría hacer caer y vulnerar el desempeño y resultado de tan
esperado evento, tan significativo para la Democracia en nuestro país, sobre
todo luego de estos terribles 3 años y medio de (des)gobierno macrista.
Pero no era solo el
desarrollo del escrutinio y el volcado de datos lo que nos preocupaba. La
maquinaria multimediática había hecho una tarea perversa: nos había hecho creer
que, a pesar de los desastrosos resultados de la Economía de Macri, del
maltrato a los trabajadores, el aumento de la desocupación, la desatención a
los jubilados, a los pibes en las escuelas, la ausencia del Estado en la salud,
la ciencia, la cultura, la incapacidad para frenar la inflación, el aumento
desmedido de la Deuda externa del país, la fuga imparable de divisas, la vuelta
al Fondo Monetario, el cierre imparable de fábricas, grandes y PYMES, el cierre
de comercios y kioscos, los muertos a manos de las FFSS, la desaparición y
muerte de los tripulantes del submarino ARA San Juan, la persecución a opositores y tantos y tantos
desastres, nos habían hecho creer, retomo, que un altísimo porcentaje de
votantes continuaban dando su apoyo a Macri y podrían llevarlo otra vez al
triunfo. Sin embargo, algunas dudas flotaban en el ambiente respecto de ese
resultado. Algunas señales ya venían anunciándolo. Ya desde el 2017 empezó a
verse (y escucharse) en concentraciones masivas, sobre todo en estadios de
fútbol, pero también en recitales, estaciones de subte, que un coro de insultos
hacia Macri se extendía como mancha de aceite: MMLPQTP, Mauricio Macri la puta
que te parió… Algunos lo criticaban por machista, otros por no respetar la
investidura presidencial, pero nadie podía decir que no fuera espontáneo: mucha
gente estaba ENOJADA con Macri. La gran marcha opositora a la reforma previsional seguida de una feroz represión en el Congreso y de un cacerolazo contundente que duró horas, fue otra señal. También empezaron a conocerse los detrás de
escena de supuestos actos populares en apoyo al gobierno. Todos se revelaban,
más tarde o más temprano, como burdas puestas en escena: timbreos a domicilios,
paseos en colectivos, visitas a fábricas. Los crecientes vallados en actos públicos que alejaban cada vez más al presidente de la gente, revelaban no solo la impopularidad creciente de sus políticas sino el temor que Macri empezaba a sentir a las respuestas. Ya lo habían anticipado respetados dirigentes gremiales: el modelo macrista solo se sostiene con represión.
La
persecución: el demonio es K.
En
paralelo con el discurso multimediático falsamente optimista hacia el gobierno
y desalentador hacia la oposición, se intensificó la persecución mediática (en
programas de TV, redes sociales, diarios y revistas), política y judicial hacia
dirigentes, ex funcionarios, simpatizantes y militantes K de cualquier sector
social, y las primeras víctimas fueron los y las periodistas de medios
públicos, pero también trabajadores de organismos oficiales, llamados
peyorativamente “grasa militante” por el primer ministro de economía, Alfonso
Prat Gay, el mismo que “ayudaba” a la millonaria dueña de Loma Negra, Amalia
Lacroze de Fortabat, a eludir impuestos en bancos extranjeros como el JPMorgan…
Todo lo que fuera u oliera a K se transformó en símbolo de lo que debía y
merecía ser perseguido, acusado, condenado y hasta desaparecido simbólica y socialmente.
Pero en algunos casos, la persecución se tradujo en cárcel: por primera vez en
Democracia, las cárceles tienen presos políticos, y no solo políticos o ex funcionarios,
también empresarios relacionados o no con el gobierno anterior. Muchos que no fueron encarcelados fueron perseguidos con
causas judiciales, y algunos que no llegaron a serlo, fueron condenados
mediáticamente al punto de hacerles perder una elección mediante acusaciones
falsas emitidas por televisión. Este tipo de
operaciones, de las que hubo muchos ejemplos, empezaban con una noticia falsa (fake news) y terminaban en una
denuncia falsa que algún juez “servicial” tomaba y se convertía en lawfare:
guerra jurídica utilizada como herramienta de persecución política. El gobierno
de Macri formó parte del “selecto grupo” de países que, bajo la égida del Gran
País del Norte vía su Embajada se cargaron o intentaron cargarse a varios
dirigentes populares de América Latina mediante la aplicación del law fare:
Dilma Rousseff y luego Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Cristina Kirchner en
Argentina, Chávez y Maduro en Venezuela…
A
las “listas negras” de periodistas y la demonización de programas (como 678) se
sumó el espionaje a particulares que se manifestaban, por ejemplo, en las
redes sociales. Metieron preso a un tuitero por, supuestamente, amenazar al
presidente. El miedo, el temor, la “espiral de silencio” (*) frente al clima
imperante extendido entre la sociedad, fue creciendo. Muchos de los que,
durante el kirchnerismo, expresaban su odio y su intolerancia en los famosos
“cacerolazos”, ahora se sentían representados y habilitados a no esconder ese
odio, y absorbieron toda la andanada de mentiras, noticias falsas y causas
inventadas que terminaron convirtiendo al kirchnerismo entero en una "asociación ilícita" y a los kirchneristas en cómplices de ladrones y corruptos. Los medios grandes acusaban, juzgaban y condenaban como un extrapoder de la república. La palabra CORRUPCIÓN era atribuida con exclusividad al
gobierno de los Kirchner y el aparato político, mediático y judicial se
encargaba de darle marco legal al armado falso. Un hecho casi fortuito empezó a
desarmar esta maquinaria infernal: el caso D´Alessio, el falso abogado que decía ser de la DEA, el espía vinculado a la AFI que extorsionaba
empresarios amenazándolos con armarles una causa judicial o vincularlos a causas ya existentes, quien junto con fiscales, jueces y periodistas, llevaban adelante estas maniobras que por lo general
terminaban con éxito para la banda: víctimas con causas armadas, procesados,
presos o extorsionados. Gracias a este descubrimiento en el que las pruebas sobreabundan y cuyos expedientes tramitan en el Juzgado Federal de Dolores (**),
pudo conocerse cómo otras muchas causas (entre ellas la famosa “causa cuadernos
de la corrupción”) fueron armadas para acusar falsamente, para encarcelar
opositores, con testigos amañados que no fueron grabados ni filmados como manda
la ley (del arrepentido), con el único objeto de destruir a la oposición además
de servir a los intereses de EEUU destruyendo importantes industrias locales
(como hicieron con empresas brasileñas que competían con empresas
estadounidenses), ayudados por espías ilegales, legisladores corruptos y medios
de comunicación cómplices y socios en esta asociación ilícita.
El
blindaje mediático y el periodismo canalla.
De
a poco empezaba a correrse el velo de tanta mentira armada con el principal fin
de poner en marcha un plan de negocios, tanto del presidente y su familia como
de sus socios, amigos y testaferros. Y al mismo tiempo, destruir al
kirchnerismo y todo lo que significaba: había que “deskirchnerizar” a la
sociedad, y eso incluyó, por ejemplo, reemplazar a los próceres en algunos
billetes por coloridos (e inofensivos) animalitos. Si el periodismo no hubiera
sido cómplice ocultando el tiempo suficiente lo que en el mundo fue una bomba
mediática (el caso de los Panamá Papers y las cuentas offshore del Presidente
Macri) el destino del país hubiera sido otro, con toda seguridad. Pero gracias
al blindaje mediático, lo que en el resto del mundo significó el fin de varias
carreras políticas aquí se lo justificó y minimizó de manera bochornosa porque
se conoció cuando Macri YA estaba en el gobierno. La tarea siguiente fue
demonizar y criminalizar al gobierno anterior a fin de
neutralizar no solo su poder sino la memoria de los argentinos que vivieron
esos 12 años. Así pasaron de mentir durante la campaña diciendo que íbamos a
“vivir mejor” a decir luego que “vivíamos demasiado bien” pero que eso “no era
normal”, era una fantasía y convencieron a mucha gente que se sintió culpable
por haber vivido una “fiesta” que ahora tendría que pagar…
Pero
el "plan de negocios" fue tan BRUTAL que la REALIDAD (los tarifazos de servicios impagables,
la inflación imparable, los despidos a mansalva, los cierres de fábricas y
comercios, la desocupación que avanzaba, el hambre en las clases más
vulnerables, la gente durmiendo en la calle, indigentes que morían de frío, las
escuelas desatendidas, sumando a eso los muertos por la desidia y el abandono:
los tripulantes del submarino ARA San Juan, los docentes de la escuela que
explotó por escape de gas, Santiago Maldonado y Ezequiel Nahuel desaparecidos
y/o muertos por las FFSS, la represión a manifestantes, la violencia
institucional, etc.), esa REALIDAD fue colándose lenta pero imparable por los
pocos medios que resistieron y pudieron mostrarla porque había, cada vez más,
gente que necesitaba ser mostrada y que se lo mostraran, mientras los medios
grandes callaban, justificaban o militaban el ajuste y la corrupción macrista de
manera obscena.
La
resistencia y la UNIDAD en marcha.
Mientras
tanto, por detrás de tantas penurias y a pesar de las persecuciones y las
difamaciones, algunas cosas ocurrían. Por ejemplo, que distintos sectores de la
sociedad (políticos, sociales, gremiales) afectados por igual y de manera igual
de brutal por el gobierno de Macri, comenzaban a unirse. Y la expresidenta
Cristina Kirchner ganó su elección como senadora (en 2107) contra todo el aparato de
gobierno apoyando a sus candidatos, incluyendo el uso de aportantes falsos para
engrosar económicamente la campaña. La voz de Cristina comenzó a escucharse en
el Senado, y los mismos que despotricaban por el uso de las cadenas nacionales
(que mostraban lo que los medios ocultaban y que nunca comunicaban malas
noticias para las mayorías), transmitían “en cadena” las exposiciones de
Cristina. Era emocionante escuchar su voz potente, segura, llenar el ámbito del
senado diciendo sus verdades, las mismas que nosotros conocíamos pero que el
aparato macrimagnettista (de Macri y Magnetto, CEO de Clarín) ocultaban. La
necesidad de UNIDAD del campo popular se hizo imperiosa, pero el manejo casi
absoluto de los medios, tanto privados como oficiales, el uso de las bases de
datos de todos los ciudadanos de la ANSES entregada al gobierno, el uso de las
redes sociales y luego, de la big data para modificar opiniones y resultados
electorales, pensar en oponerse y/o vencer a semejante monstruo parecía una
misión imposible. Pero como dijo alguien alguna vez, “lo difícil lleva tiempo.
Lo imposible solo tarda un poco más”. O respecto del abejorro:
“Aerodinámicamente, es imposible que el abejorro vuele, solo que él no lo sabe”.
Cuando
terminó el gobierno de Cristina y la despedimos en esa Plaza de Mayo llena a
reventar, sabíamos que íbamos a volver. No sabíamos cómo, no sabíamos cuándo,
pero esa memoria de los años vividos no se iba a borrar tan rápido ni tan
fácil. Íbamos a volver.
Al
principio nos juntábamos en algunas plazas a escuchar a nuestros referentes: periodistas,
políticos, economistas como Axel Kicillof, y allí hacíamos catarsis, nos alentábamos,
nos dábamos fuerza… y cantábamos… ¡A volver, a volver, vamos a volver!... Con
lágrimas en los ojos, con la nostalgia del Paraíso perdido y con la esperanza
de recuperarlo alguna vez. Y esas “plazas del pueblo” se multiplicaron en
espacio y en tiempo, pero luego empezaron a ser reemplazadas por las plazas de
protestas: los tarifazos, la prepotencia de Macri y sus funcionarios, los
atropellos judiciales (los Supremos por decreto, el 2x1, el abrazo al Congreso
paralizado, por el 24 de Marzo, la reforma jubilatoria…) Siempre, siempre Macri
nos daba un motivo para protestar. Nunca llenaba una plaza para festejar o para
apoyarlo, pero las protestas y las marchas eran cada vez más multitudinarias. También
estuvieron las marchas verdes, apenas opacadas por las celestes (por el aborto
legal o el aborto clandestino, respectivamente). Y mientras tanto, algunos
creían que, con todo el Poder de su lado, por muy desastrosa que fuera la
gestión, Macri siempre podía ganar. Y por eso, a nuestro cántico “Vamos a volver”
ellos respondían “No vuelven más”…
Pero
si bien algunos, capturados por el desaliento y la resignación, estiraban sus
aspiraciones de volver hasta 2023, otros no aflojaban, y empezó a sonar en la
voz de algunos dirigentes el “Hay 2019”, y hacia allí marchaban. Reuniones,
encuentros, reencuentros, discusiones, reconciliaciones, acuerdos… La UNIDAD estaba en marcha.
El
libro, la fórmula, la campaña: la vuelta.
Un
día nos sorprendimos con el anuncio de que Cristina sacaba un libro: “Sinceramente”, y fue un tsunami. Todos
y todas enloquecidos por tenerlo, por leerlo, por SABER qué iba a contar ella
en ese libro. Y en medio de la crisis que también afectaba a las editoriales y las librerías,
el libro de Cristina arrasaba: una edición agotada atrás de la otra, todo el
mundo comprando el libro, todo el mundo hablando del libro, una especie de
fiebre se apoderó de todos y fue apenas el comienzo de la marea de LA VUELTA.
Otro día supimos que la presentación iba a ser en La Rural en ocasión de la
Feria del Libro, que no iba a ser un acto político pero quien más quien menos,
todos esperábamos que ese día ella anunciara su candidatura a Presidenta, su
3ra. Vez. Fue un evento descomunal, desbordante de gente, tanto en el recinto
destinado a los numerosos invitados como a los asistentes que se sumaban desde
afuera frente a una inmensa pantalla que reproducía lo que pasaba en el
interior. Muchísimos de los asistentes llevaban su libro en la mano, como quien
lleva una bandera, tal vez con la esperanza de que ella pudiera firmarlo y
dedicárselo, pero también como un homenaje. Fue la primeras de una serie de
presentaciones a lo largo y ancho del país donde multitudes fervorosas se hacían presentes para verla,
llevando su libro, cantando, vivándola, y acompañándola por distintas ciudades. Ese día, por primera vez, Alberto Fernández
sentado en primera fila, fue citado por Cristina como el ideólogo del libro:
_Alberto fue quien me dio la idea de escribirlo_ contó, entre otras cosas
referidas a cómo lo había escrito, cómo se había sentido, qué había querido
contar sobre lo que no contaban los medios… Pero como buen animal político, las
referencias a la situación actual del país y su pensamiento al respecto no
podían estar ausentes. La manera en que ese libro empezó a circular, el
fenómeno que representó, fue algo sorprendente, maravilloso. Recuerdo haberlo
encargado apenas me enteré, pero mi ansiedad por tenerlo y leerlo era tal que
no pude esperar a que llegara a la librería y me fui hasta la Feria del Libro,
porque sabía que allí lo conseguiría en el momento. En las librerías, mientras
tanto, las entregas se agotaban en el día y los libreros no daban abasto para
satisfacer las constantes demandas. Best seller, récord de ventas, éxito
editorial… y un impresionante y originalísimo modo de salir nuevamente al ruedo
político por una camino lateral, inesperado, único como solo ella podía
hacerlo. Sus seguidores, ¡felices!
Pero
no fue la única genialidad de Cristina.
Los
tiempos se aceleraban y llegaba la hora de las definiciones camino a las
elecciones PASO. En La Rural, el primer paso del camino del libro, dejó con
ganas a muchos (a pesar de que nadie lo había anticipado) del esperado anuncio
político. Pero éste llegó, una vez más, de manera original, inesperada y con
una revolucionaria sorpresa. El día de la escarapela, el 18 de Mayo y por medio
de un video en su canal de YouTube, Cristina anunció que le había pedido a
Alberto Fernández, su amigo y compañero de Néstor en los comienzos de la Era K,
con quien se había reconciliado luego de un largo distanciamiento y quien
estaba trabajando desde hacía un tiempo en armar la unidad de toda la
oposición, que la acompañara siendo candidato a presidente en las próximas
elecciones y que ella iría como candidata a vicepresidenta. ¡Una bomba! Y un
balde de agua fría para muchos que esperaban verla, para bien o para mal, por
tercera vez, como candidata a presidenta. Pasada la sorpresa inicial empezaron los análisis, sobre
todo la necesidad de escuchar atentamente sus razones. Cristina nunca leía sus
discursos, por extensos que fueran, pero esta vez su voz en off mientras se
veían las imágenes, leía sus propias palabras. Era necesario escucharlas una y otra vez
para ENTENDER las razones de tal decisión. SUS razones, que no eran más que las
que el país necesitaba: armar una fórmula que pudiera ganar las elecciones
pero, sobre todo, que fuera la necesaria para, luego, poder gobernar. Ella
aportaría el mayor caudal de votos, ya que era la candidata que más medía.
Alberto, su experiencia en gestión al lado de Néstor, su capacidad de generar
consensos, de dialogar, de sumar a aquellos a los que Cristina no llegaba, de
unir a todos los que hacía falta para ganar y gobernar. Una genialidad que
nadie esperaba y que sacudió hasta los cimientos el mapa electoral. Y desde ese
punto comenzó el camino imparable hacia las PASO.
Alberto:
el elegido.
Néstor Kirchner, Cristina y Alberto Fernández. |
Alberto
Fernández siempre había estado en un segundo plano. Había acompañado la gestión
de Néstor Kirchner en los primeros años de su mandato como Jefe de Gabinete,
los más duros luego del estallido del 2001, del default de la deuda, y de la
transición del senador Eduardo Duhalde. Habían tenido diferencias importantes
con Cristina y terminaron distanciándose. Había apoyado la candidatura de Florencio
Randazzo en 2017, en contra de ella, pero finalmente los resultados fueron un
fiasco. El candidato prácticamente desapareció de la escena política luego de
esa elección. En los últimos tiempos, ya reconciliado con Cristina, Alberto comenzó
una tarea fundamental para concretar la unidad de distintos sectores políticos,
alrededor de la figura de Cristina, a quien reconocía como la candidata con
mayor intención de votos con miras a las próximas elecciones y por lo tanto, la
candidata natural. Conocida la decisión de la Senadora y expresidenta, Alberto
Fernández empezó su recorrido de campaña, ya como precandidato a presidente. Quienes
al principio dudaban de la movida fueron (fuimos) comprendiendo poco a poco de
lo estratégico e inteligente además de generosa que había sido su decisión. Y
Alberto comenzó a mostrarse cada vez más sólido en todo sentido. En sus
declaraciones, sus movimientos, sus actitudes, la claridad de su postura, tan
cercana a Néstor Kirchner y por lo tanto, tan positiva en cuanto al modelo de
país que sostiene. Su figura como candidato comenzó a crecer sin parar y a
ganar espacio, adeptos, simpatizantes, gente que empezaba a creer y a tener
esperanza de que, junto a Cristina, era la fórmula más poderosa para convocar a
tantos afectados por la crisis, para ganarle a Macri y para construir el poder
territorial y social necesario que le permitiera gobernar, tras el desastre de
la gestión macrista.
Mientras
tanto, otra figura empezaba a revelarse como una verdadera estrella de la
política, un líder: el ex ministro de economía Axel Kicillof. Protagonista de
aquellas míticas “plazas del pueblo” en las que, con apenas una mesita y un
megáfono, o sentado en el suelo mientras compartía un mate, congregaba cada vez
más numerosos grupos de personas que anhelaban escuchar sus palabras. Los
porteños nos enteramos que, luego de esos inicios, había comenzado a recorrer
la provincia de Buenos Aires (la más extensa y también la más significativa en
cuanto a caudal de votos) acercándose a la gente, escuchando sus problemas y
reclamos, llevando sus propuestas. Cuando la fórmula de Alberto y Cristina estuvo
conformada, faltaba definir quiénes serían los candidatos para la fórmula en la
Provincia de Buenos Aires: finalmente Axel, junto con Verónica Magario
(intendenta de La Matanza, el más grande municipio de la provincia) fueron los
elegidos.
Las
PASO: la sorpresa.
Y
llegó el día de las PASO. La zozobra que provocaba el clima creado por los
medios afines al gobierno hacía dudar sobre los resultados. Las encuestas
publicadas hablaban, en general, de un resultado más favorable para el
candidato del Frente de Todos (que llevaba la fórmula de Alberto y Cristina),
pero solo unas pocas se animaban a hablar de una diferencia con Macri mayor a 8
puntos. Peor aún: los medios oficialistas llegaron a hablar de encuestas que
predecían un posible empate y hasta un triunfo de Macri, pero no las
publicaban, e introdujeron un “novedoso” “promedio de encuestas” entre las más
confiables y las inventadas para favorecer al gobierno. La creatividad
mediática para esconder la realidad era realmente audaz.
Hacia
las 22horas y luego de un sospechoso silencio en cuanto a resultados oficiales,
el presidente Macri, sin globos ni bailecitos, habló por los medios: “Hemos
tenido una mala elección” dijo. Y después mandó a todos “a dormir”. Pero ningún
resultado oficial se había hecho público. Luego de la salida de Macri, el
centro oficial de cómputos anunció los primeros resultados, que más que los
primeros eran casi la mitad del total: 58 % de mesas escrutadas y el resultado
daba una diferencia de 15 puntos para el Frente de Todos por encima de la
fórmula de Juntos por el Cambio, la fórmula de Macri y Pichetto (senador
peronista devenido en macrista de última hora). Más aún: en la provincia de Buenos Aires, la más importante del país en tamaño y caudal de votos, Axel Kicillof (ex ministro de Economía de Cristina) había ganado a la preferida del oficialismo por 20 puntos de diferencia en el escrutinio definitivo. IN CRE Í BLE…
¿Qué había
pasado? ¿Cómo nadie previó semejante resultado?
Según
las ciencias políticas y de la comunicación, la teoría de la “Espiral del
silencio” se aplica en aquellos casos en que, por presión de la sociedad, las
personas temen expresar sus opiniones libremente, por temor al rechazo, el
aislamiento o incluso, la persecución. La teoría pertenece a la filósofa y política
alemana, Elisabeth Noelle-Neumann y explica cómo y por qué muchas personas
callan su opinión si sienten que ésta puede generar rechazo, por cuestiones
morales o de otro tipo, generando así esa espiral de silencio.
“Los
medios de comunicación de masas son una herramienta fundamental en el
desarrollo de espirales del silencio. Esto se debe no sólo a que recogen puntos
de vista mayoritarios, sino también a que influyen en un gran número de
personas; y dado que pueden generar opiniones mayoritarias, también crean las
espirales del silencio correspondientes.”(*)
Mucha
gente que apoyaba la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández no había
sido reflejada en las encuestas de opinión, por distintas razones, pero también
por esa espiral de silencio generada por los medios. Y si las elecciones PASO
no hubieran ocurrido reflejando esa realidad, la opinión generalizada generada por
los medios hubiera continuado ocultándola.
Muchos
no podíamos entender cómo, a pesar de todo, Macri podía considerarse
competitivo y aspirar a ganar en un posible ballotage. Cómo tanta gente
perjudicada por sus políticas podía, aun así, continuar apoyándolo. No podíamos
creer que el odio y el rechazo, las mentiras calumniosas sobre la figura de
Cristina podía llevar a votar CONTRA ella y favorecer a Macri. Porque “se
robaron todo” es chorra, es corrupta, tiene x cantidad de causas, nos robó la
vida, se robaron 1 PBI, 2 PBI, y barbaridades improbadas de ese estilo… O peor aún,
adjetivos cargados de odio atribuyéndole maldades asociadas a lo demoníaco,
etc. Recuerdo al candidato Macri decir en el famoso Debate “Esta geste es MALA,
está llena de oscuras intenciones…”, y aludir a una “limpieza” para barrer
“malas ondas” tanto en La Rosada como en la quinta presidencial de Olivos… De
esa forma y generalizando el odio hacia Cristina, el miedo hacia su persona, el
presidente y todos sus secuaces pretendían UNIR A LOS ARGENTINOS (***), poniendo
de un lado a “los buenos” que eran ellos frente a “los malos” que eran los K y Cristina.
En el medio, LA GRIETA. El resultado de las PASO demostró que, afortunadamente,
mucha gente no creyó ese discurso de odio, porque la realidad fue mucho más
fuerte y derribó las mentiras.
Luego
de las PASO, el futuro.
El gobierno de Macri no confiaba demasiado en sus propios pronósticos y había intentado suprimir las PASO alegando que eran un gasto innecesario ya que en las candidaturas presidenciales de todos los partidos no había internas. Pero las PASO tuvieron una utilidad impensada: desarmaron la fantasía de tantas encuestas que se revelaron poco confiables, hechas a pedido, malintencionadas, como las que a último momento llegaron a hablar hasta de un posible empate entre Macri y Alberto Fernández. El resultado fue tan contundente que dejó a propios y extraños con la boca abierta. Y las PASO fueron la mejor encuesta que la ciudadanía pudo conocer: las urnas y el cuarto oscuro mostraron la verdad.
Pero las PASO dejaron algo más, mucho más importante y esperanzador.
Cuando
en elecciones pasadas, luego del 2015, pensábamos en candidatos, solo estaba
Cristina: ella era la mejor pero también la ÚNICA capaz de sumar tantos votos de
apoyo para derrotar al Poder Real en las urnas. Podíamos quedarnos tranquilos
porque siempre estaba ELLA. Pero al mismo tiempo y paradójicamente, esa tranquilidad se desvanecía si SOLO
estaba ella. Con el fantasma del lawfare que en Brasil, por ejemplo, se había
cargado a Dilma primero y a Lula después sacándolo de carrera, con el fantasma
de la Embajada que, vía el juez Bonadío con la complicidad política y mediática,
querían llevarse puesta judicialmente a Cristina, el tenerla solo a ella nos
hacía muy vulnerables. Por otro lado, frente a una figura tan poderosa y casi
imposible de igualar, nuestra debilidad era desalentadora, y no aparecían líderes que la sucedieran, el tan mentado "reemplazo generacional".
Axel Kicillof: candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. |
Las PASO nos mostraron que, junto con Cristina, por su decisión, estrategia y grandeza, por capacidad y convicciones y por liderazgo natural, ahora tenemos, además, a Alberto y a Axel.
Ahora sí
somos IMPARABLES…
________________________________________________________
*Espiral de silencio:
https://psicologiaymente.com/social/espiral-del-silencio
** El caso D´Alessio: por el periodista Juan Alonso en Nuestras Voces.
** El caso D´Alessio: por el periodista Juan Alonso en Nuestras Voces.
***Las 3 mentiras de
campaña que fueron desmentidas por la realidad:
-Unir a los
argentinos
-Pobreza cero.
-Combatir el
narcotráfico
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