2 de Septiembre de 2021

2 de Septiembre de 2021
La Plaza del Amor
Hay una REALIDAD que los diarios NUNCA te van a contar porque no sirve a sus intereses.// El acceso a la INFORMACIÓN es un Derecho Humano: el gobierno que no respete ese Derecho, no respeta la DEMOCRACIA.

miércoles, 28 de agosto de 2019

PASO al futuro.

Axel Kicillof, Cristina Fernández, Alberto Fernández y Verónica Magario.

PASO al futuro.

Llegaron las PASO.

El Domingo 11 de Agosto se desarrollaron las tan esperadas PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias). El clima de incertidumbre sobre el desarrollo del escrutinio provisorio y de los resultados nos tenía a todos y todas en vilo. Había sospechas muy firmes acerca de una posible manipulación del escrutinio: las pruebas realizadas, algunas sin compartirlas con los partidos de la oposición participantes y otras públicas, no daban ninguna seguridad de que el gobierno macrista, encargado de la tarea, no aprovechara de una contratación tan amañada de la empresa SmartMatic (sospechada y rechazada en varios países anteriormente), para manipular la comunicación de dicho escrutinio. La experiencia de la elección de 2017 cuando, con la retención en el volcado de datos, se comunicó erróneamente un resultado favorable al gobierno en horario prime time, revertido horas más tarde, servía de preocupante indicio de que algo parecido podría volver a ocurrir. Quienes miraban la tele a esa hora y veían los festejos en el bunker de la Alianza PRO-UCR se quedaron con la idea de que habían ganado. Cuando en la madrugada las mesas escrutadas eran la casi totalidad, nos enteramos de que quien había ganado era la principal lista opositora, liderada por la Senadora y ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Esta vez se habían tomado recaudos: se hicieron presentaciones ante la justicia, se reclamó a las autoridades electorales sobre respetar la transparencia y ante la negativa a suspender el uso del sistema informático sospechado se organizó un sistema paralelo de conteo y transmisión de datos, de validadores digitales, etc. En fin. Se tomaron una serie de medidas que compensaran la posible trampa en la que el gobierno podría hacer caer y vulnerar el desempeño y resultado de tan esperado evento, tan significativo para la Democracia en nuestro país, sobre todo luego de estos terribles 3 años y medio de (des)gobierno macrista.
Pero no era solo el desarrollo del escrutinio y el volcado de datos lo que nos preocupaba. La maquinaria multimediática había hecho una tarea perversa: nos había hecho creer que, a pesar de los desastrosos resultados de la Economía de Macri, del maltrato a los trabajadores, el aumento de la desocupación, la desatención a los jubilados, a los pibes en las escuelas, la ausencia del Estado en la salud, la ciencia, la cultura, la incapacidad para frenar la inflación, el aumento desmedido de la Deuda externa del país, la fuga imparable de divisas, la vuelta al Fondo Monetario, el cierre imparable de fábricas, grandes y PYMES, el cierre de comercios y kioscos, los muertos a manos de las FFSS, la desaparición y muerte de los tripulantes del submarino ARA San Juan, la persecución a opositores y tantos y tantos desastres, nos habían hecho creer, retomo, que un altísimo porcentaje de votantes continuaban dando su apoyo a Macri y podrían llevarlo otra vez al triunfo. Sin embargo, algunas dudas flotaban en el ambiente respecto de ese resultado. Algunas señales ya venían anunciándolo. Ya desde el 2017 empezó a verse (y escucharse) en concentraciones masivas, sobre todo en estadios de fútbol, pero también en recitales, estaciones de subte, que un coro de insultos hacia Macri se extendía como mancha de aceite: MMLPQTP, Mauricio Macri la puta que te parió… Algunos lo criticaban por machista, otros por no respetar la investidura presidencial, pero nadie podía decir que no fuera espontáneo: mucha gente estaba ENOJADA con Macri. La gran marcha opositora a la reforma previsional seguida de una feroz represión en el Congreso y de un cacerolazo contundente que duró horas, fue otra señal. También empezaron a conocerse los detrás de escena de supuestos actos populares en apoyo al gobierno. Todos se revelaban, más tarde o más temprano, como burdas puestas en escena: timbreos a domicilios, paseos en colectivos, visitas a fábricas. Los crecientes vallados en actos públicos que alejaban cada vez más al presidente de la gente, revelaban no solo la impopularidad creciente de sus políticas sino el temor que Macri empezaba a sentir a las respuestas. Ya lo habían anticipado respetados dirigentes gremiales: el modelo macrista solo se sostiene con represión.

La persecución: el demonio es K.

En paralelo con el discurso multimediático falsamente optimista hacia el gobierno y desalentador hacia la oposición, se intensificó la persecución mediática (en programas de TV, redes sociales, diarios y revistas), política y judicial hacia dirigentes, ex funcionarios, simpatizantes y militantes K de cualquier sector social, y las primeras víctimas fueron los y las periodistas de medios públicos, pero también trabajadores de organismos oficiales, llamados peyorativamente “grasa militante” por el primer ministro de economía, Alfonso Prat Gay, el mismo que “ayudaba” a la millonaria dueña de Loma Negra, Amalia Lacroze de Fortabat, a eludir impuestos en bancos extranjeros como el JPMorgan… Todo lo que fuera u oliera a K se transformó en símbolo de lo que debía y merecía ser perseguido, acusado, condenado y hasta desaparecido simbólica y socialmente. Pero en algunos casos, la persecución se tradujo en cárcel: por primera vez en Democracia, las cárceles tienen presos políticos, y no solo políticos o ex funcionarios, también empresarios relacionados o no con el gobierno anterior. Muchos que no fueron encarcelados fueron perseguidos con causas judiciales, y algunos que no llegaron a serlo, fueron condenados mediáticamente al punto de hacerles perder una elección mediante acusaciones falsas emitidas por televisión. Este tipo de operaciones, de las que hubo muchos ejemplos, empezaban con una noticia falsa (fake news) y terminaban en una denuncia falsa que algún juez “servicial” tomaba y se convertía en lawfare: guerra jurídica utilizada como herramienta de persecución política. El gobierno de Macri formó parte del “selecto grupo” de países que, bajo la égida del Gran País del Norte vía su Embajada se cargaron o intentaron cargarse a varios dirigentes populares de América Latina mediante la aplicación del law fare: Dilma Rousseff y luego Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Cristina Kirchner en Argentina, Chávez y Maduro en Venezuela…
A las “listas negras” de periodistas y la demonización de programas (como 678) se sumó el espionaje a particulares que se manifestaban, por ejemplo, en las redes sociales. Metieron preso a un tuitero por, supuestamente, amenazar al presidente. El miedo, el temor, la “espiral de silencio” (*) frente al clima imperante extendido entre la sociedad, fue creciendo. Muchos de los que, durante el kirchnerismo, expresaban su odio y su intolerancia en los famosos “cacerolazos”, ahora se sentían representados y habilitados a no esconder ese odio, y absorbieron toda la andanada de mentiras, noticias falsas y causas inventadas que terminaron convirtiendo al kirchnerismo entero en una "asociación ilícita" y a los kirchneristas en cómplices de ladrones y corruptos. Los medios grandes acusaban, juzgaban y condenaban como un extrapoder de la república. La palabra CORRUPCIÓN era atribuida con exclusividad al gobierno de los Kirchner y el aparato político, mediático y judicial se encargaba de darle marco legal al armado falso. Un hecho casi fortuito empezó a desarmar esta maquinaria infernal: el caso D´Alessio, el falso abogado que decía ser de la DEA, el espía vinculado a la AFI que extorsionaba empresarios amenazándolos con armarles una causa judicial o vincularlos a causas ya existentes, quien junto con fiscales, jueces y periodistas, llevaban adelante estas maniobras que por lo general terminaban con éxito para la banda: víctimas con causas armadas, procesados, presos o extorsionados. Gracias a este descubrimiento en el que las pruebas sobreabundan y cuyos expedientes tramitan en el Juzgado Federal de Dolores (**), pudo conocerse cómo otras muchas causas (entre ellas la famosa “causa cuadernos de la corrupción”) fueron armadas para acusar falsamente, para encarcelar opositores, con testigos amañados que no fueron grabados ni filmados como manda la ley (del arrepentido), con el único objeto de destruir a la oposición además de servir a los intereses de EEUU destruyendo importantes industrias locales (como hicieron con empresas brasileñas que competían con empresas estadounidenses), ayudados por espías ilegales, legisladores corruptos y medios de comunicación cómplices y socios en esta asociación ilícita.

El blindaje mediático y el periodismo canalla.

De a poco empezaba a correrse el velo de tanta mentira armada con el principal fin de poner en marcha un plan de negocios, tanto del presidente y su familia como de sus socios, amigos y testaferros. Y al mismo tiempo, destruir al kirchnerismo y todo lo que significaba: había que “deskirchnerizar” a la sociedad, y eso incluyó, por ejemplo, reemplazar a los próceres en algunos billetes por coloridos (e inofensivos) animalitos. Si el periodismo no hubiera sido cómplice ocultando el tiempo suficiente lo que en el mundo fue una bomba mediática (el caso de los Panamá Papers y las cuentas offshore del Presidente Macri) el destino del país hubiera sido otro, con toda seguridad. Pero gracias al blindaje mediático, lo que en el resto del mundo significó el fin de varias carreras políticas aquí se lo justificó y minimizó de manera bochornosa porque se conoció cuando Macri YA estaba en el gobierno. La tarea siguiente fue demonizar y criminalizar al gobierno anterior a fin de neutralizar no solo su poder sino la memoria de los argentinos que vivieron esos 12 años. Así pasaron de mentir durante la campaña diciendo que íbamos a “vivir mejor” a decir luego que “vivíamos demasiado bien” pero que eso “no era normal”, era una fantasía y convencieron a mucha gente que se sintió culpable por haber vivido una “fiesta” que ahora tendría que pagar…
Pero el "plan de negocios" fue tan BRUTAL que la REALIDAD (los tarifazos de servicios impagables, la inflación imparable, los despidos a mansalva, los cierres de fábricas y comercios, la desocupación que avanzaba, el hambre en las clases más vulnerables, la gente durmiendo en la calle, indigentes que morían de frío, las escuelas desatendidas, sumando a eso los muertos por la desidia y el abandono: los tripulantes del submarino ARA San Juan, los docentes de la escuela que explotó por escape de gas, Santiago Maldonado y Ezequiel Nahuel desaparecidos y/o muertos por las FFSS, la represión a manifestantes, la violencia institucional, etc.), esa REALIDAD fue colándose lenta pero imparable por los pocos medios que resistieron y pudieron mostrarla porque había, cada vez más, gente que necesitaba ser mostrada y que se lo mostraran, mientras los medios grandes callaban, justificaban o militaban el ajuste y la corrupción macrista de manera obscena.

La resistencia y la UNIDAD en marcha.

Mientras tanto, por detrás de tantas penurias y a pesar de las persecuciones y las difamaciones, algunas cosas ocurrían. Por ejemplo, que distintos sectores de la sociedad (políticos, sociales, gremiales) afectados por igual y de manera igual de brutal por el gobierno de Macri, comenzaban a unirse. Y la expresidenta Cristina Kirchner ganó su elección como senadora (en 2107) contra todo el aparato de gobierno apoyando a sus candidatos, incluyendo el uso de aportantes falsos para engrosar económicamente la campaña. La voz de Cristina comenzó a escucharse en el Senado, y los mismos que despotricaban por el uso de las cadenas nacionales (que mostraban lo que los medios ocultaban y que nunca comunicaban malas noticias para las mayorías), transmitían “en cadena” las exposiciones de Cristina. Era emocionante escuchar su voz potente, segura, llenar el ámbito del senado diciendo sus verdades, las mismas que nosotros conocíamos pero que el aparato macrimagnettista (de Macri y Magnetto, CEO de Clarín) ocultaban. La necesidad de UNIDAD del campo popular se hizo imperiosa, pero el manejo casi absoluto de los medios, tanto privados como oficiales, el uso de las bases de datos de todos los ciudadanos de la ANSES entregada al gobierno, el uso de las redes sociales y luego, de la big data para modificar opiniones y resultados electorales, pensar en oponerse y/o vencer a semejante monstruo parecía una misión imposible. Pero como dijo alguien alguna vez, “lo difícil lleva tiempo. Lo imposible solo tarda un poco más”. O respecto del abejorro: “Aerodinámicamente, es imposible que el abejorro vuele, solo que él no lo sabe”.
Cuando terminó el gobierno de Cristina y la despedimos en esa Plaza de Mayo llena a reventar, sabíamos que íbamos a volver. No sabíamos cómo, no sabíamos cuándo, pero esa memoria de los años vividos no se iba a borrar tan rápido ni tan fácil. Íbamos a volver.
Al principio nos juntábamos en algunas plazas a escuchar a nuestros referentes: periodistas, políticos, economistas como Axel Kicillof, y allí hacíamos catarsis, nos alentábamos, nos dábamos fuerza… y cantábamos… ¡A volver, a volver, vamos a volver!... Con lágrimas en los ojos, con la nostalgia del Paraíso perdido y con la esperanza de recuperarlo alguna vez. Y esas “plazas del pueblo” se multiplicaron en espacio y en tiempo, pero luego empezaron a ser reemplazadas por las plazas de protestas: los tarifazos, la prepotencia de Macri y sus funcionarios, los atropellos judiciales (los Supremos por decreto, el 2x1, el abrazo al Congreso paralizado, por el 24 de Marzo, la reforma jubilatoria…) Siempre, siempre Macri nos daba un motivo para protestar. Nunca llenaba una plaza para festejar o para apoyarlo, pero las protestas y las marchas eran cada vez más multitudinarias. También estuvieron las marchas verdes, apenas opacadas por las celestes (por el aborto legal o el aborto clandestino, respectivamente). Y mientras tanto, algunos creían que, con todo el Poder de su lado, por muy desastrosa que fuera la gestión, Macri siempre podía ganar. Y por eso, a nuestro cántico “Vamos a volver” ellos respondían “No vuelven más”…
Pero si bien algunos, capturados por el desaliento y la resignación, estiraban sus aspiraciones de volver hasta 2023, otros no aflojaban, y empezó a sonar en la voz de algunos dirigentes el “Hay 2019”, y hacia allí marchaban. Reuniones, encuentros, reencuentros, discusiones, reconciliaciones, acuerdos… La UNIDAD estaba en marcha.

El libro, la fórmula, la campaña: la vuelta.



Un día nos sorprendimos con el anuncio de que Cristina sacaba un libro: “Sinceramente”, y fue un tsunami. Todos y todas enloquecidos por tenerlo, por leerlo, por SABER qué iba a contar ella en ese libro. Y en medio de la crisis que también afectaba a las editoriales y las librerías, el libro de Cristina arrasaba: una edición agotada atrás de la otra, todo el mundo comprando el libro, todo el mundo hablando del libro, una especie de fiebre se apoderó de todos y fue apenas el comienzo de la marea de LA VUELTA. Otro día supimos que la presentación iba a ser en La Rural en ocasión de la Feria del Libro, que no iba a ser un acto político pero quien más quien menos, todos esperábamos que ese día ella anunciara su candidatura a Presidenta, su 3ra. Vez. Fue un evento descomunal, desbordante de gente, tanto en el recinto destinado a los numerosos invitados como a los asistentes que se sumaban desde afuera frente a una inmensa pantalla que reproducía lo que pasaba en el interior. Muchísimos de los asistentes llevaban su libro en la mano, como quien lleva una bandera, tal vez con la esperanza de que ella pudiera firmarlo y dedicárselo, pero también como un homenaje. Fue la primeras de una serie de presentaciones a lo largo y ancho del país donde multitudes fervorosas se hacían presentes para verla, llevando su libro, cantando, vivándola, y acompañándola por distintas ciudades. Ese día, por primera vez, Alberto Fernández sentado en primera fila, fue citado por Cristina como el ideólogo del libro: _Alberto fue quien me dio la idea de escribirlo_ contó, entre otras cosas referidas a cómo lo había escrito, cómo se había sentido, qué había querido contar sobre lo que no contaban los medios… Pero como buen animal político, las referencias a la situación actual del país y su pensamiento al respecto no podían estar ausentes. La manera en que ese libro empezó a circular, el fenómeno que representó, fue algo sorprendente, maravilloso. Recuerdo haberlo encargado apenas me enteré, pero mi ansiedad por tenerlo y leerlo era tal que no pude esperar a que llegara a la librería y me fui hasta la Feria del Libro, porque sabía que allí lo conseguiría en el momento. En las librerías, mientras tanto, las entregas se agotaban en el día y los libreros no daban abasto para satisfacer las constantes demandas. Best seller, récord de ventas, éxito editorial… y un impresionante y originalísimo modo de salir nuevamente al ruedo político por una camino lateral, inesperado, único como solo ella podía hacerlo. Sus seguidores, ¡felices!
Pero no fue la única genialidad de Cristina.

Los tiempos se aceleraban y llegaba la hora de las definiciones camino a las elecciones PASO. En La Rural, el primer paso del camino del libro, dejó con ganas a muchos (a pesar de que nadie lo había anticipado) del esperado anuncio político. Pero éste llegó, una vez más, de manera original, inesperada y con una revolucionaria sorpresa. El día de la escarapela, el 18 de Mayo y por medio de un video en su canal de YouTube, Cristina anunció que le había pedido a Alberto Fernández, su amigo y compañero de Néstor en los comienzos de la Era K, con quien se había reconciliado luego de un largo distanciamiento y quien estaba trabajando desde hacía un tiempo en armar la unidad de toda la oposición, que la acompañara siendo candidato a presidente en las próximas elecciones y que ella iría como candidata a vicepresidenta. ¡Una bomba! Y un balde de agua fría para muchos que esperaban verla, para bien o para mal, por tercera vez, como candidata a presidenta. Pasada la sorpresa inicial empezaron los análisis, sobre todo la necesidad de escuchar atentamente sus razones. Cristina nunca leía sus discursos, por extensos que fueran, pero esta vez su voz en off mientras se veían las imágenes, leía sus propias palabras. Era necesario escucharlas una y otra vez para ENTENDER las razones de tal decisión. SUS razones, que no eran más que las que el país necesitaba: armar una fórmula que pudiera ganar las elecciones pero, sobre todo, que fuera la necesaria para, luego, poder gobernar. Ella aportaría el mayor caudal de votos, ya que era la candidata que más medía. Alberto, su experiencia en gestión al lado de Néstor, su capacidad de generar consensos, de dialogar, de sumar a aquellos a los que Cristina no llegaba, de unir a todos los que hacía falta para ganar y gobernar. Una genialidad que nadie esperaba y que sacudió hasta los cimientos el mapa electoral. Y desde ese punto comenzó el camino imparable hacia las PASO.

Alberto: el elegido.

Néstor Kirchner, Cristina y Alberto Fernández.

Alberto Fernández siempre había estado en un segundo plano. Había acompañado la gestión de Néstor Kirchner en los primeros años de su mandato como Jefe de Gabinete, los más duros luego del estallido del 2001, del default de la deuda, y de la transición del senador Eduardo Duhalde. Habían tenido diferencias importantes con Cristina y terminaron distanciándose. Había apoyado la candidatura de Florencio Randazzo en 2017, en contra de ella, pero finalmente los resultados fueron un fiasco. El candidato prácticamente desapareció de la escena política luego de esa elección. En los últimos tiempos, ya reconciliado con Cristina, Alberto comenzó una tarea fundamental para concretar la unidad de distintos sectores políticos, alrededor de la figura de Cristina, a quien reconocía como la candidata con mayor intención de votos con miras a las próximas elecciones y por lo tanto, la candidata natural. Conocida la decisión de la Senadora y expresidenta, Alberto Fernández empezó su recorrido de campaña, ya como precandidato a presidente. Quienes al principio dudaban de la movida fueron (fuimos) comprendiendo poco a poco de lo estratégico e inteligente además de generosa que había sido su decisión. Y Alberto comenzó a mostrarse cada vez más sólido en todo sentido. En sus declaraciones, sus movimientos, sus actitudes, la claridad de su postura, tan cercana a Néstor Kirchner y por lo tanto, tan positiva en cuanto al modelo de país que sostiene. Su figura como candidato comenzó a crecer sin parar y a ganar espacio, adeptos, simpatizantes, gente que empezaba a creer y a tener esperanza de que, junto a Cristina, era la fórmula más poderosa para convocar a tantos afectados por la crisis, para ganarle a Macri y para construir el poder territorial y social necesario que le permitiera gobernar, tras el desastre de la gestión macrista.
Mientras tanto, otra figura empezaba a revelarse como una verdadera estrella de la política, un líder: el ex ministro de economía Axel Kicillof. Protagonista de aquellas míticas “plazas del pueblo” en las que, con apenas una mesita y un megáfono, o sentado en el suelo mientras compartía un mate, congregaba cada vez más numerosos grupos de personas que anhelaban escuchar sus palabras. Los porteños nos enteramos que, luego de esos inicios, había comenzado a recorrer la provincia de Buenos Aires (la más extensa y también la más significativa en cuanto a caudal de votos) acercándose a la gente, escuchando sus problemas y reclamos, llevando sus propuestas. Cuando la fórmula de Alberto y Cristina estuvo conformada, faltaba definir quiénes serían los candidatos para la fórmula en la Provincia de Buenos Aires: finalmente Axel, junto con Verónica Magario (intendenta de La Matanza, el más grande municipio de la provincia) fueron los elegidos.

Las PASO: la sorpresa.


Y llegó el día de las PASO. La zozobra que provocaba el clima creado por los medios afines al gobierno hacía dudar sobre los resultados. Las encuestas publicadas hablaban, en general, de un resultado más favorable para el candidato del Frente de Todos (que llevaba la fórmula de Alberto y Cristina), pero solo unas pocas se animaban a hablar de una diferencia con Macri mayor a 8 puntos. Peor aún: los medios oficialistas llegaron a hablar de encuestas que predecían un posible empate y hasta un triunfo de Macri, pero no las publicaban, e introdujeron un “novedoso” “promedio de encuestas” entre las más confiables y las inventadas para favorecer al gobierno. La creatividad mediática para esconder la realidad era realmente audaz.
Hacia las 22horas y luego de un sospechoso silencio en cuanto a resultados oficiales, el presidente Macri, sin globos ni bailecitos, habló por los medios: “Hemos tenido una mala elección” dijo. Y después mandó a todos “a dormir”. Pero ningún resultado oficial se había hecho público. Luego de la salida de Macri, el centro oficial de cómputos anunció los primeros resultados, que más que los primeros eran casi la mitad del total: 58 % de mesas escrutadas y el resultado daba una diferencia de 15 puntos para el Frente de Todos por encima de la fórmula de Juntos por el Cambio, la fórmula de Macri y Pichetto (senador peronista devenido en macrista de última hora). Más aún: en la provincia de Buenos Aires, la más importante del país en tamaño y caudal de votos, Axel Kicillof (ex ministro de Economía de Cristina) había ganado a la preferida del oficialismo por 20 puntos de diferencia en el escrutinio definitivo. IN CRE Í BLE…


¿Qué había pasado? ¿Cómo nadie previó semejante resultado?
Según las ciencias políticas y de la comunicación, la teoría de la “Espiral del silencio” se aplica en aquellos casos en que, por presión de la sociedad, las personas temen expresar sus opiniones libremente, por temor al rechazo, el aislamiento o incluso, la persecución. La teoría pertenece a la filósofa y política alemana, Elisabeth Noelle-Neumann y explica cómo y por qué muchas personas callan su opinión si sienten que ésta puede generar rechazo, por cuestiones morales o de otro tipo, generando así esa espiral de silencio. 
“Los medios de comunicación de masas son una herramienta fundamental en el desarrollo de espirales del silencio. Esto se debe no sólo a que recogen puntos de vista mayoritarios, sino también a que influyen en un gran número de personas; y dado que pueden generar opiniones mayoritarias, también crean las espirales del silencio correspondientes.”(*)

Mucha gente que apoyaba la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández no había sido reflejada en las encuestas de opinión, por distintas razones, pero también por esa espiral de silencio generada por los medios. Y si las elecciones PASO no hubieran ocurrido reflejando esa realidad, la opinión generalizada generada por los medios hubiera continuado ocultándola.
Muchos no podíamos entender cómo, a pesar de todo, Macri podía considerarse competitivo y aspirar a ganar en un posible ballotage. Cómo tanta gente perjudicada por sus políticas podía, aun así, continuar apoyándolo. No podíamos creer que el odio y el rechazo, las mentiras calumniosas sobre la figura de Cristina podía llevar a votar CONTRA ella y favorecer a Macri. Porque “se robaron todo” es chorra, es corrupta, tiene x cantidad de causas, nos robó la vida, se robaron 1 PBI, 2 PBI, y barbaridades improbadas de ese estilo… O peor aún, adjetivos cargados de odio atribuyéndole maldades asociadas a lo demoníaco, etc. Recuerdo al candidato Macri decir en el famoso Debate “Esta geste es MALA, está llena de oscuras intenciones”, y aludir a una “limpieza” para barrer “malas ondas” tanto en La Rosada como en la quinta presidencial de Olivos… De esa forma y generalizando el odio hacia Cristina, el miedo hacia su persona, el presidente y todos sus secuaces pretendían UNIR A LOS ARGENTINOS (***), poniendo de un lado a “los buenos” que eran ellos frente a “los malos” que eran los K y Cristina. En el medio, LA GRIETA. El resultado de las PASO demostró que, afortunadamente, mucha gente no creyó ese discurso de odio, porque la realidad fue mucho más fuerte y derribó las mentiras.

Luego de las PASO, el futuro.

El gobierno de Macri no confiaba demasiado en sus propios pronósticos y había intentado suprimir las PASO alegando que eran un gasto innecesario ya que en las candidaturas presidenciales de todos los partidos no había internas. Pero las PASO tuvieron una utilidad impensada: desarmaron la fantasía de tantas encuestas que se revelaron poco confiables, hechas a pedido, malintencionadas, como las que a último momento llegaron a hablar hasta de un posible empate entre Macri y Alberto Fernández. El resultado fue tan contundente que dejó a propios y extraños con la boca abierta. Y las PASO fueron la mejor encuesta que la ciudadanía pudo conocer: las urnas y el cuarto oscuro mostraron la verdad.
Pero las PASO dejaron algo más, mucho más importante y esperanzador.

Cuando en elecciones pasadas, luego del 2015, pensábamos en candidatos, solo estaba Cristina: ella era la mejor pero también la ÚNICA capaz de sumar tantos votos de apoyo para derrotar al Poder Real en las urnas. Podíamos quedarnos tranquilos porque siempre estaba ELLA. Pero al mismo tiempo y paradójicamente, esa tranquilidad se desvanecía si SOLO estaba ella. Con el fantasma del lawfare que en Brasil, por ejemplo, se había cargado a Dilma primero y a Lula después sacándolo de carrera, con el fantasma de la Embajada que, vía el juez Bonadío con la complicidad política y mediática, querían llevarse puesta judicialmente a Cristina, el tenerla solo a ella nos hacía muy vulnerables. Por otro lado, frente a una figura tan poderosa y casi imposible de igualar, nuestra debilidad era desalentadora, y no aparecían líderes que la sucedieran, el tan mentado "reemplazo generacional".
Axel Kicillof: candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Las PASO nos mostraron que, junto con Cristina, por su decisión, estrategia y grandeza, por capacidad y convicciones y por liderazgo natural, ahora tenemos, además, a Alberto y a Axel.

Ahora sí somos IMPARABLES…
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***Las 3 mentiras de campaña que fueron desmentidas por la realidad:
-Unir a los argentinos
-Pobreza cero.
-Combatir el narcotráfico

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