2 de Septiembre de 2021

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La Plaza del Amor
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domingo, 12 de febrero de 2012

A FAMATINA hay que pensarla...

Con esta frase, el escritor, periodista e historiador Hernán Brienza titula y cierra su nota de Tiempo Argentino de hoy (12/02/12). Y a esta altura, todos los argentinos sabemos a qué remite: la explotación de la megaminería a cielo abierto en el NOA, a las protestas sociales y de los ambientalistas, al uso mediático del tema por medios devenidos en contradictorios defensores del medio ambiente, a la represión violenta a cargo de fuerzas provinciales no enteradas del protocolo de "no represión a las protestas sociales" emanados de la autoridad nacional, y a la propuesta manifestada por la presidenta de la Nación acerca del debate serio y responsable que necesitamos acerca del tema. Y al slogan expresado y multiplicado de FAMATINA NO SE TOCA.
La nota de Brienza merece ser leída en su totalidad, ya que no tiene desperdicio, pero voy a rescatar de ella algunos párrafos, de manera arbitraria como corresponde a cualquier selección:

Famatina es una de esas palabras que tienen demasiada significación para la historia argentina. Desde el siglo XVII cuando fueron descubiertas las riquezas que escondía en su vientre se ha convertido en un cerro mitológico. 
(...)
Por aquellos años, la década del ’20 del siglo XIX, Bernardino Rivadavia fue, primero, hombre fuerte del gabinete de Rodríguez y, finalmente, bajo ciertas condiciones irregulares, presidente de la República. Fue el representante no oficial de los negocios británicos en estas tierras –basta recordar que fue quien inició el endeudamiento externo argentino– y abogaba por un progreso liberal apoyado en las inversiones extranjeras como única palanca de desarrollo. La publicidad inglesa aseguraba que en La Rioja llovía oro y se montó alrededor de la posibilidad de la mina un negocio fraudulento inmanejable. Por esa razón, Famatina está en el nudo de la historia argentina, y cuando alguien grita “el Famatina no se toca”, acierta en una consigna que conmueve desde la profundidad del pasado y apela a viejas disputas por la soberanía nacional. 
(...)
La presidenta de la Nación Cristina Fernández convidó a la sociedad esta semana a tener un debate serio y responsable sobre la cuestión minera. Los argentinos nos debemos una fuerte discusión entre posturas antagónicas, pero abandonando prejuicios, falsas acusaciones, verdades a medias y estupideces conjuntas. Entre el conservacionismo reaccionario del magnate norteamericano Douglas Tompskin, el ecologismo berreta y marciano de muchos ambientalistas, la hipocresía bucanera de empresarios y políticos y la voracidad colonialista de las multinacionales debe haber un resquicio para pensar una política autónoma, responsable, sustentable humana y ambientalmente –si es que pueden separarse estos términos– y soberana.   
(...)
Propongo abrir en serio un debate sobre la minería en nuestro país. Sin chicanas, sin cobardías, sin falsas imputaciones. Ni todos los ambientalistas son marcianos ni todos los defensores de la producción mineras son agentes de la Barrick Gold. E incluso sería interesante discutir la viabilidad de la minería a cielo abierto. ¿Puede realizarse con una metodología que no sea tan lesiva? ¿Por qué las grandes potencias del mundo: China, Australia, Estados Unidos, Rusia, Sudáfrica, Perú, Canadá, Brasil, Chile, tienen derecho a explotar sus montañas de oro con minería a cielo abierto y los argentinos no podemos? ¿Quiénes están en lo cierto: los estadounidenses, los rusos, los brasileños, por nombrar a tres de las seis principales potencias o nosotros?
(...)
El periodismo ha discutido mucho sobre el tema de la minería, pero lo ha hecho con absoluto desconocimiento, en el mejor de los casos, o atravesados por operaciones políticas en la mayoría. Desgraciadamente, vivir mata. Y el capitalismo moderno más. El desarrollo industrial tiene consecuencias fenomenales para el Medio Ambiente. Entre vivir de la caza y de la pesca y destruir el planeta hay una amplia cantidad de posibilidades. El desarrollo minero no puede analizarse desde posiciones dogmáticas. “El Famatina no se toca” es un buen eslogan. Pero habría que preguntarse antes: ¿Por qué no? ¿Cuántos puestos de trabajo cubre? ¿Qué tipo de tecnología usarán para la extracción del oro? ¿Qué tipo de controles podrá realizar el Estado? ¿Hay necesidad de reestructurar la legislación en la materia? ¿Es lo mismo la agresiva minería en provincias como Córdoba que tiene cientos de recursos que en La Rioja o Catamarca con menor sustentabilidad? Más allá de las suculentas untadas que puedan recibir políticos locales, si la minería aporta el 10 o 15% de la población económicamente activa del NOA ¿no merece un debate un poco más serio que andar gritando por las cámaras de TN? Demasiada carga histórica tiene Famatina –desde el conflicto entre Rivadavia y Quiroga– para que su futuro sea vociferado melodramáticamente por operadores de un arrocero que no tiene el menor cuidado por el medio ambiente en, por ejemplo, los Esteros del Ibera? No sé si Famatina terminará o no tocándose. Lo que sí es un imperativo es reflexionar sobre ella. A Famatina hay que pensarla.  
Famatina. Mina a cielo abierto. 
Tal vez el ámbito más apropiado para realizar este debate EN SERIO sería la TV pública, o bien la Universidad de Buenos Aires. Ambos lugares han demostrado ser capaces de llevarlo a cabo con solvencia y calidad (recordar el programa El Debate en la TV pública, de Adrián Paenza, y el debate por las elecciones en CABA realizado en la UBA). Pero hay que hacerlo, y más temprano que tarde, porque TODOS merecemos saber para poder decidir, y no caer en posiciones que no admiten matices. Circula demasiada información enturbiada por ruido e intenciones poco claras como para poder pensar algo tan serio. Un país democrático debe poder acceder a la información como un derecho, porque de lo contrario las discusiones son mera esgrima verbal, y en algunos casos termina ganando la violencia. 
Si Famatina se toca o no se toca será algo que resulte de éste debate que está faltando.
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2 comentarios:

javier dijo...

Así y todo: EL FAMATINA NO SE TOCA

Greta dijo...

Así y todo...hay que PENSARLA...

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