2 de Septiembre de 2021

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La Plaza del Amor
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viernes, 14 de octubre de 2011

El poder del Estado y los medios con poder.

Tomás Abrahám. Filósofo, intelectual.
Horacio Verbitsky. Periodista.














Muchas veces se dice que somos un pueblo demasiado joven, o un pueblo sin memoria, o que somos veleidosos al momento de juzgar nuestro pasado, o que nos falta perspectiva para analizar nuestro presente... Como nos pasó a muchos, luego de haber vivido anestesiada durante los años de la Dictadura, sentí que recuperar la palabra DEMOCRACIA era recuperar una mirada hacia un pasado reciente apenas conocido para entrar en una etapa de valores republicanos que podían y debían servir para reconstruirnos como sociedad. Como muchos también comencé a abrevar en la palabra de quienes escribían e investigaban, de quienes hablaban y reclamaban, sobre ese pasado tan poco conocido para tantos, y a abrir los ojos al horror de lo vivido y ocultado, a sentir que había verdades que ya no podían ser acalladas, y otra palabra que debía ser puesta en práctica, porque de lo contrario de nada habría servido conocer lo ignorado: JUSTICIA. En esos comienzos de la democracia recuperada, la política también era una palabra que circulaba cómoda y festiva, llena de personajes nuevos o renovados, y de instituciones que empezaban a llenarse de debates, de discusiones, nuevos discursos que poblaban los diarios, las revistas, los programas de televisión, las charlas cotidianas... Había ocasiones en que pasábamos horas viendo los debates parlamentarios transmitidos en directo por la televisión. Y también días en los que, con horror y con dolor pero con la sensación de asistir a una operación quirúrgica indispensable, nos enterábamos del Juicio a las Juntas (volcados enteritos en la colección de El Periodista), del informe final de la CONADEP y del libro Nunca Más.
Los libros de investigación, los artículos llenos de contenidos en algunas revistas (como Humor), le competían a las revistas de actualidad llenas de banalidades, a los diarios supuestamente asépticos y neutrales, muchos de las cuales habían sido cómplices con su silencio, socios en el latrocinio o meros acompañantes de los horrores de la Dictadura, tal como nos contaba "Los sofistas y la prensa canalla" (de Eduardo Varela Cid), que también podía leerse en esos días. Muchos periodistas eran las voces y las plumas de esos nuevos discursos reveladores, y difícilmente puedan ser olvidados por la gratitud que despiertan. Uno de ellos era Horacio Verbitsky
Luego de la decepción que produjo el "padre de la Democracia" al pactar con su sucesor (ambos aleccionados por el poder económico que entonces reemplazaba el poder de las botas, tan desprestigiadas), entramos en la etapa de la instalación definitiva y aplastante del neoliberalismo en nuestro país, pero esta vez no de la mano de gobiernos militares dictatoriales sino de la mano de un gobierno elegido en las urnas y supuestamente peronista. De ése período que dejó al país en el borde del precipicio en el que luego terminó cayendo con el gobierno de De la Rúa en el 2001, recuerdo el trabajo invalorable de algunos periodistas que se dedicaron, con mucho esfuerzo pero también con mucho valor, a investigar seriamente y a contar en sus libros muchas de las barbaridades de ese triste período. Y otra vez, uno de los mejores representantes del periodismo de esa época, fue Horacio Verbitsky. No fue el único, pero sí el mejor: el más sólido, serio y documentado. El que se transformó en el "azote" de Menem. Algunos de sus libros los leí por esos días: Ezeiza, Robo para la corona, Hacer la Corte... Otros quedaron sin ser leídos. Los libros y los artículos periodísticos de Verbitsky en Página 12, eran un soplo de aire fresco entre tanta basura, tanta mediocridad, tanto asco sentido en esos 10 años en los que una "cultura" se instaló entre nosotros, con la penosa observación de que era la misma sociedad la que lo votaba una y otra vez, sin entender que muchos éramos parte de esa misma sociedad a la que no comprendíamos. El trabajo de Verbitsky nos sostenía en nuestra desazón permitiéndonos escuchar otra voz. Y éso ayudaba, ayudaba mucho.
Por eso en estos días estoy tratando de ponerme al día con lecturas postergadas. Así pude leer los horrores que le contó Scilingo sobre los "vuelos de la muerte" en El vuelo (mientras se están llevando a cabo tantos juicios a quienes cometieron delitos de lesa humanidad), esperan en mi biblioteca El silencioEducación presidencial, y en mis manos tengo ahora "Un mundo sin periodistas"...

Cuando en estos tiempos se escucha hablar de "censura", autoritarismo gubernamental, control de los medios, "Ley de Medios K", Ley para controlar a los medios, de que hay canales que pueden desaparecer (pero no desaparecieron), etc., está bueno recordar qué ocurría en otras épocas respecto del trabajo periodístico, tanto televisivo como gráfico. Veamos algunos ejemplos que cita Verbitsky:

1. Canal 2 censuró la salida de un programa sobre la pista de aterrizaje que había "aparecido" a la puerta de la finca presidencial en Anillaco (La Rioja). El propietario del canal también aspiraba a la concesión de los aeropuertos del país.
 2. Horacio Verbitsky fue prohibido por el ex ministro José Luis Manzano y no pudo renovar su contrato en el programa Día D, que conducía Jorge Lanata. El ex ministro era ahora co propietario del canal.
3. Adrián Paenza tampoco pudo continuar en el programa Periodistas, porque también fue censurado.
4. César Arias (subsec. de Justicia) llegó a denunciar por desacato a los autores, actores y directores del programa de ficción "Atreverse" y a los directivos del canal de televisión que lo emitió por lo que supuso una "parodia injuriosa", porque los protagonistas eran un senador que usaba patillas, hablaba con acento provinciano y engañaba con una actriz a su esposa, de claritos en el pelo.

Pero hubo otros casos, y ocurrieron cosas mucho peores que estos casos puntuales, como el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas (ligado al caso Yabrán) y el del periodista Mario Bonino, además de los ataques al periodista Hernán López Echagüe que investigaba la corrupción duhaldista. La época menemista sobre todo, se caracterizó por una modalidad de ataque al rol de la prensa que llevó al ex presidente a intentarlo todo para acallar las voces críticas de su gestión, de sus funcionarios y de sus parientes. Dice Verbitsky en su libro:
"La INTEMPERANCIA de CARLOS MENEM hacia la prensa comenzó antes que su mandato presidencial. En este primer episodio, de hace diez años, cuando sólo era precandidato de su partido, ya está presente el modelo de reacción que hoy resulta tan familiar:
-desmentida indignada e insultante;
-atribución de la noticia a intereses de un adversario político o a fines electorales :
-amenaza de querella judicial ante la infamia ;
-confirmación tardía de la veracidad de los hechos cuando la realidad hace imposible continuar negándolos."
Pero este "modelo de reacción" no se limitó a los exabruptos, los insultos y las acusaciones sino que se concretó en la búsqueda de cambios en la jurisprudencia para castigar a los periodistas críticos. Para quienes hoy hablan de autoritarismo estatatal y de poder absoluto del gobierno a través del Estado, vamos a recordar de qué manera Menem construyó el poder que luego utilizó, entre otras cosas, para controlar a la prensa no adicta por medio de la Justicia:
-amplió el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia para crear una nueva mayoría propia (lo que Verbitsky llamaba "mayoría automática".Ver "Hacer la Corte").
-erigió una nueva Cámara de Casación Penal donde llenó trece vacantes.
-dispuso otras nueve vacantes en los nuevos tribunales orales.
-seis nuevas vacantes en los Juzgados federales ya existentes.
-otras seis en los nuevos Juzgados federales que se crearon.
-cinco nuevas vacantes en la Cámara Federal.
-dos docenas y media de fiscalías en esos tres niveles.
Lo cual significaba seis decenas de cargos críticos (nueve de cada diez) en el fuero decisivo en el que se deberían investigar las responsabilidades de los funcionarios del gobierno central.

"En el derecho internacional de los Derechos Humanos, desarrollado después de la 2ª Guerra Mundial, el derecho de cada uno a expresarse convive con el derecho de los pueblos a ser informados. Así lo establecen la jurisprudencia y la doctrina de las Naciones Unidas y del sistema interamericano" (Un mundo sin periodistas)".

Sin embargo, frente a las denuncias periodísticas realizadas por la prensa crítica, el gobierno de Menem ponía más énfasis en castigar a quienes difundían los hechos de corrupción que en investigar los hechos mismos. Al modelo de reacción mencionado más arriba, sumaba expresiones como "delincuencia periodística", o "terrorismo periodístico", alienados, y el Subsec. de Justicia César Arias llegó a hablar de "exceso de libertad" en el programa de la "incisiva" Mirtha Legrand. Hubo proyectos de Ley Mordaza, juicios penales por desacato, presión económica, amenazas, secuestros, palizas, balas de goma y de plomo. El "delito de desacato" fue derogado (Verbitsky había sido condenado por ese delito a un mes de prisión) gracias a los reclamos y las negociaciones llevadas ante la OEA. Pero luego vinieron los proyectos de Ley Mordaza y los dos proyectos pergeñados por Rodolfo Barra. La Ley Mordaza tenía como objetivo reemplazar al desacato, que había tenido que ser derogado en 1993 y mantenía de aquél el criterio antirrepublicano de que los funcionarios deben ser protegidos contra las investigaciones de la prensa. En el delito de desacato la pena máxima era de 1 año, en el caso de la nueva ley se llevaría hasta 6. En cuanto a los dos engendros de Barra, con uno se obligaba a TODOS los medios a contratar un seguro por medio millón de dólares, y con el otro se creaba la figura de la "falsa denuncia ante la Justicia", a fin de desalentar denuncias de hechos falsos que los medios de comunicación recogen como noticia!!

Sin embargo, en relación con los medios (y no tanto con los periodistas) algunas cosas ya habían empezado a cambiar. En 1989, la reforma de la Ley de Radiodifusión había permitido que grupos económicos pudieran acceder a medios electrónicos, y estos grupos económicos tenían sus propios intereses. Así se constituyeron los multimedios. Pero además, esos multimedios formaban parte de conglomerados que eran propietarios, a su vez, de empresas de servicios públicos monopólicos, o de oligopolios concentrados ligados a la concesión o regulación que debía dar el Estado. De manera que los medios de comunicación pasaron a ser guardianes de esos bienes que defendían y cuando no les convenía hablar, callaban. A partir del desguace del Estado de la era menemista, muchos de los bienes del Estado fueron vendidos a precio vil, y algunos de los favorecidos (amigos, parientes, funcionarios, empresas extranjeras) se apresuraron a adquirir medios gráficos y audiovisuales, apareciendo como protagonistas dos ex funcionarios salidos por la puerta de atrás envueltos en escándalos de corrupción: José Luis Manzano (el que decía "Yo robo para la corona") y Alberto Dromi, siendo ambos testaferros aparentes de Menem. Ése fue el comienzo de lo que hoy puede verse en el ambiente de disputas político-mediáticas en donde, lo que antes era el poder casi absoluto construído por Menem y sus socios-parientes-amigos-funcionarios, hoy se ha trasladado a grandes grupos económicos o corporaciones que disputan al poder político la cuota de poder que han logrado gracias a la concentración que les obsequió la era neoliberal.
En su "Advertencia para 2007" que introduce a la versión de "Un mundo sin periodistas" de Sudamericana, Verbitsky escribe:
"Creo que el gobierno de Kirchner es lo mejor que le podría haber ocurrido a la Argentina después de la crisis espantosa provocada por la inundación devaluatoria duhaldista que cayó sobre la sequía dolarizadora menemista. Entre ambas empobrecieron al país y degradaron a la sociedad, que ahora está en gradual recuperación. Pero creo que la política de medios del actual gobierno contiene demasiados errores y horrores (y a continuación pasa a enumerarlos y señala unos cuantos)".

Pero el 6/9/09 escribía Horacio Verbitsky respecto de la La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que se estaba discutiendo en el Congreso:

El proyecto de ley sobre servicios audiovisuales es una divisoria de aguas de profundas consecuencias políticas, sociales y culturales. La oposición espera bloquearlo sacando al Congreso de gira por las provincias durante meses y el gobierno espera obtener dictamen de comisiones en Diputados el viernes, luego de tres días de audiencias públicas. Son dos demasías simétricas y una explica a la otra.

Varios gobiernos electos intentaron reformular la ley de la dictadura pero sólo Carlos Menem tuvo éxito, porque su reforma ofreció las comunicaciones como un negocio a los grupos económicos y no privilegió el pluralismo y la libertad de expresión, que tampoco fueron bien servidos durante los años del monopolio estatal. En los demás casos, las dilaciones, la presión mediática y las repentinas conversiones de legisladores frustraron los mejores propósitos. Éste proyecto es superior a los anteriores porque ninguno surgió de un proceso de elaboración tan amplio, extenso y participativo.
Además de reservar espacios al Estado y a las organizaciones de la sociedad procura asegurar la competencia en el segmento de mercado. Su inspiración es más liberal de lo que el propio kirchnerismo dice: como los seres humanos y sus empresas son siempre malos, todos deben enfrentarse sin posiciones dominantes para que cada uno limite la arbitrariedad del otro. (Ver nota completa acá).

Días pasados pudo verse en un canal del Grupo Clarín un debate por lo menos curioso: en el canal que representa la mayor oposición al gobierno se discutía sobre los "Medios y el poder político", como si el poder estuviera sólo del lado del gobierno y los medios fuesen el lado vulnerable y vulnerado de la dupla. Curiosa también era la presencia del periodista otrora crítico del Grupo Clarín y de la corrupción menemista, Jorge Modesto Lanata, y el filósofo e intelectual (tal como él mismo se presenta), Tomás Abrahám. Del otro lado, dos "chicas empleadas del gobierno", como las definió despectivamente Lanata: la decana de la Universidad de Periodismo de La Plata, Florencia Saintout (cargo obtenido por concurso,  y no una "empleada") y María Pía López, socióloga y ensayista, representante de Carta Abierta.
No voy a extenderme en el análisis del debate ya que no es el objetivo de esta nota (podrá verse un video con el mismo al final). Pero escuchar las expresiones, por momentos rayanas en el absurdo, de Lanata y de Abrahám, y recordando lo vivido por nuestro país en cuando a los avasallamientos sufridos por los periodistas que se atrevían a ser críticos del estado permanente de corrupción menemista, (mientras se desguazaba el Estado, se destruían las industrias, se dejaba gente sin trabajo y se arrastraba al país al precipicio), era fellinesco. Me acordé del Abrahám docente de filosofía cuyos apuntes todavía conservo, de aquel que me gustaba escuchar en los ochenta, y no parecía la misma persona. ¿O seré yo quién cambió? Hablando a los gritos, con argumentos pobres y estereotipados, repitiendo slogans, interrumpiendo de manera autoritaria, y terminando su exposición con un "Yo no les creo"... era patético. Pero su frase más increíble fue aquella de: 
"Yo tengo un problema con el Estado. Tengo un problema con el fascismo" (que él llamó "fachismo"). 
Ya que según sus argumentos, el gobierno es autoritario, concentra todo el poder, ejerce la censura, y "van por todo", frase también escuchada a la inefable e inmoral Carrió. Y es curioso escuchar de su boca esas expresiones, dichas además de manera prepotente, irrespetuosa de la palabra de su interlocutora (María Pía López), que terminó diciéndole: "Claro, porque vos sos un genio y nosotros somos todos unos boludos", palabras más o menos dichas con humor e ironía, en medio de una discusión imposible.
Tengo un problema con la gente que pretende imponer sus argumentos a los gritos, porque siento (no porque sea psicóloga sino con la experiencia que me respalda) que cuando uno empieza a gritar, a interrumpir y no querer dejar que el otro hable, es porque teme escuchar lo que el otro tiene para decir, porque tal vez descubra que sus argumentos no son tan sólidos, o quizá porque los interlocutores podrían descubrir que no hay demasiados argumentos para confrontar, sino más bien serias incoherencias. O también, porque podría revelarse que, detrás de la expresión autoritaria hay argumentos muy difíciles de defender, y posturas políticas opositoras que invalidarían un pensamiento que se dice "independiente" o "anárquico". Hace poco tiempo decía Abrahám:
"Los K sólo quieren plata y poder".
Quiere a Hermes Binner y por eso, en época de elecciones, viaja por el país pregonando el socialismo santafesino del que hace unos años se enamoró.
Eso sí, denosta a los Kirchner, habla de estafa moral, de psicopatía del poder y de ínfulas de tiranía. A Ricardito, como se refiere a Alfonsín, no lo quiere. Tampoco a Duhalde ni a Rodríguez Saá. Sus esperanzas sólo están puestas en el modelo rosarino que Binner se encargó de expandir al resto de Santa Fe.
Ante la pregunta del entrevistador, de que si "los peronistas van por todo", es curioso que usara esa misma frase en su discusión en TN... Poco original, repetitivo...
Y para terminar...
-Creo que el menemismo era más honesto, más transparente. No tenía un discurso moralista, era amoral. Por eso lo de la Ferrari, lo de las vedettes. Estos vienen con conciencia de culpa. Te dicen ‘derechos humanos’, ‘justicia’, ‘genocidio’, te dicen ‘pobreza’.
Por eso son peligrosos, porque culturalmente te envenenan cuando son sátrapas que lo único que quieren es plata y poder. Tienen la voluntad no de hegemonía sino de tiranía. (Ver nota completa acá).


Me pregunto si Abrahám estaba en el debate como opositor político, como gorila incurable o como un elitista al que le da alergia todo lo que huela a "pueblo"... Porque se lo notaba enojado, crispado, por momentos como un energúmeno de boliche que no soporta a los que tiene delante, y que siente que todos son unos idiotas con los cuales no vale la pena perder el tiempo.
Curiosamente, él que hablaba de la "censura" que este gobierno ejerce, se olvidó de los casos de censura protagonizado por los propietarios de medios privados, EN ÉSTA MISMA ÉPOCA: el levantamiento del programa Tres Poderes, las presiones al actor Amigorena, y hoy... el despido del periodista de espectáculos, Claudio Minguetti, supuestamente por una "reestructuración" en la sección Espectáculos del diario Lalala Nación, donde el único despedido fue él. (aquí la nota completa en Tiempo Argentino). Las causas, según contó el mismo periodista en 6,7,8, vienen de arrastre, con un trabajo de "desgaste" en su sección, pero la culminación fue, según él, una elogiosa crítica a la película "Juan y Eva", de Paula de Luque, mientras en Clarín se había criticado duramente al INCAA. (Ver nota de Página 12 sobre el tema).

Quizá algún día, las personas que se dicen intelectuales y se consideran serios y estudiosos, tengan una visión un poco más abierta de la realidad, sean capaces de manejar las palabras sin olvidar la verdadera historia que arrastran, y aprendan a respetar el pensamiento ajeno sin pretenderse superiores, porque de todos se aprende, pero sobre todo, de aquellos que también saben.
Aquí el video del debate, completo.
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8 comentarios:

roberto dijo...

Los Abrahán como las Sarlo, no los une la intelectualidad que dicen tener, son burros que llevan un carro con aparatosas mentes desquiciadas, que al igual que Lanata se defienden
llamándonos ignorantes para esconder su incapacidad de debatir lo indefendible.

Un abrazo

el mursa dijo...

Me lo guardé para hoy. Excelente Greta. Por el viaje no vi el debate, así que te agradezo el link. Y por el relato de la historia como la viviste. Siete días Greta ...

Greta dijo...

Excelente observación, amigo Roberto. Es cierto: son pura impostura.
Un abrazo, y gracias por leerme siempre...

Greta.

Greta dijo...

Tenés razón amigo Ciudadano... Sólo 7 días...
Ojalá estos personajes tan mezquinos se tomaran un respiro para mirar la realidad con un poco menos de mediocridad.
Un abrazo, y gracias por tu comentario.

Greta

ram dijo...

Viendo al tipo ése, abraham, despotricando contra el fascismo, se me ocurre que hay que dejar de hablar de "intelectual", "filósofo" o cualquier cosa que implique pensar.
El tipo es un imbécil absoluto (amén de autoritario, grosero y misógino).
Supongamos que es cierto, que estamos frente al fascismo, bueno, ¿qué les pasa en el fascismo a los opositores gritones y barulleros?; les pasa que los limpian inmediatamente ("limpiar" léase matar, encarcelar y delicias parecidas).
Este tipo dice lo que dice y sus bestialidades son reproducidas generosamente por el "débil" trescientosmediospolio del que es sirviente y no le pasa nada; "humilla" (nos dicen) a "las chicas del gobierno" y lo presentan como un piola "brillante".
¿Se le hace y se presume de hacerlo, con un gobierno fascista? No, no se hace, porque lo pagás y muy caro.
Entonces este tipo, no es un "pensador" - como mínimo es un imbécil mentiroso que cree que los demás son giles, no saben qué significan ciertas palabras y le creen a él. Ya no hay stock de esa gente.
Llamarlo burro sería ofender a Platero.

Greta dijo...

Cuánta razón en tus palabras, Ram... Este mamarracho habla, justamente, porque puede hacerlo, y puede hacerlo porque tiene toda la libertad que niega tener. Así de estúpidos e incocoherentes son, cuando se llenan la boca de pavadas y las lanzan a los gritos. Sería bueno preguntarse QUÉ es lo quieren tapar con tanto grito y con tanta prepotencia.
Gracias por tu comentario, y un abrazo.

Greta.

Anónimo dijo...

Lanata considera que no puede debatir con el panel de 6,7,rocho porque no está a su altura... en cambio, Diego Pérez (ex Tinelli) y Pamela David (escort de Vila) sí... cuando comparan a Abraham con Carrió por el "van por todo", no se olviden de su auténtica versión masculina: el querido gordo!!
El blog, excelente. La indignación, permanente.

Greta dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Anónimo. Tenés razón. Lanata se contradice tanto que ya está al borde de la alienación.
Un saludo.

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