Siempre, como docente, me preocupaba que muchos alumnos (en especial, alumnas de una escuela de arte) no se interesaran por formar su Centro de Estudiantes, o por participar en reuniones por temas que les atañían particularmente. Me sorprendía encontrar comentarios de estas alumnas cuyos padres les decían que, participar en este tipo de reuniones y mucho peor aún, formar parte del Centro de Estudiantes, era "peligroso". Era desalentador comprobar cómo, todavía en los 90 o ya en el siglo XXI, perduraba la prédica de la dictadura en relación al "peligro" de ser estudiante, y terrible escuchar a muchos de mis propios colegas hablar a los alumnos defendiendo una postura conformista y en consonancia con un pensamiento anti-participación, cuando no a favor de épocas procesistas. Ésa frase tan difundida durante la dictadura "A la escuela se va a estudiar", repetido hoy por algunos periodistas de pensamiento pro-fascista, mientras acusan a los estudiantes que reclaman por sus derechos de "violadores de la ley" o de "incapaces", produce escalofríos no sólo por lo que trae a la memoria, sino por lo que implica en relación con el presente y el futuro. Muchos políticos que hoy gobiernan y/o nos representan parecen no saber demasiado lo que significa la palabra "política", o "representación", o defensa de ideas, o defensa de ideales, o reclamar por derechos avasallados, o respeto por la memoria. El discurso noventista en contra de la participación política, la verdadera (no la que servía a los negocios de unos pocos), a favor de la privatización del Estado, la falta de estímulo al esfuerzo y al talento en aras del éxito rápido a cualquier precio, el desaliento hacia la solidaridad, la participación y el compromiso, se fue metiendo en el torrente sanguíneo de la sociedad, y así como derivó en la salida histérica del cacerolazo del 2001, también determinó que muchos escaparan de la política, refugiándose en un angustiado o (cómodo, según los casos) exilio interior.
Hoy los aires son distintos.
Se respira política por todos lados, pero sobre todo, se percibe en muchos jóvenes que no sólo militan políticamente, sino que participan, se juegan, se expresan y demuestran una vitalidad y una solidez de ideas que más de uno debería envidiar. Y todos provienen de la tan denostada y vapuleada "escuela pública", lo cual significa, entre otras cosas, que no todo está perdido en la educación que brinda el Estado. Sobre todo si comparamos algunos de los discursos que esgrimen estos pibes con los de algunos políticos, incluso que ocupan altísimos cargos en la Administración del Estado, la mayoría de los cuales provienen de la educación privada.
La manera penosa, agresiva y limitada en que se expresa el jefe de gobierno de la C.A.B.A. (Mauricio Macri) es signo de una carencia en la expresión de las ideas tan notoria, que da lástima, por él y por los sufridos porteños, muchos de los cuales lo votaron para que hoy ejerza ese rol, y que ahora todos padecemos por los efectos de su deficiente gestión. Aunque seguramente muchos que lo votaron estarán satisfechos porque les arregló la vereda o inauguró (como sea) el Teatro Colón, pero las deficiencias en áreas de servicios públicos muestran claramente cuáles son los intereses que este jefe de gobierno prioriza: educación y salud pública no está entre sus principales intereses.
Cuando vemos a alumnos de algunas de las escuelas tomadas en reclamo de mejoras edilicias para evitar daños físicos y así tener mejor educación, sorprende el nivel de inteligencia de estos pibes, por la manera que expresan sus ideas, y por la calidad de esas ideas expresadas. Les ponen la tapa a todos aquellos que pretenden enfrentarlos con sus discursos, y son tan elocuentes y claros al hacerlo que no muchos se atreven a invitarlos, y cuando lo hacen, algunos quedan expuestos como anquilosados representantes de una época que quedó muy atrás en el tiempo.
En estos días se desató un debate distinto, hasta sorprendente diría.
A raíz de todos los elementos que están saliendo a la luz pública en relación con la adquisición espúrea de la empresa Papel Prensa durante la Dictadura de los 70, hemos escuchado a periodistas y/o escritores muy famosos durante los 80 (como Martín Caparrós, Ernesto Tenenbaum, Jorge Lanata), decir que no había que hablar más de los 70, que la dictadura había pasado hacía 34 años, y que no se podía estar viviendo todavía en ese pasado, palabras más o menos. Lo cual significa, aunque ellos no lo quieran admitir, que si durante la dictadura se cometieron delitos de lesa humanidad (que todavía están siendo juzgados, gracias a la supresión de las leyes de impunidad), y los delincuentes pertenecían tanto a la esfera militar como a la civil, si los militares están siendo juzgados, también los civiles deberían serlo. Y cuando ellos alegan que debería dejarse "todo como está", lo que están haciendo es convalidar la comisión de esos delitos, que la Justicia debe investigar y, llegado el caso, juzgar.
Pero lo curioso y sorprendente de estos escritores/periodistas es que sus discursos de los 80 iban en la dirección que acabo de mencionar. A todos ellos los leíamos o escuchábamos JUSTAMENTE porque sus discursos defendían esos ideales superiores. Cuando Jorge Lanata criticaba al Grupo Clarín por su actitud monopólica y sus abusos, derivados de ella, era escuchado y creído por mucha gente. La misma que hoy no puede creer cuando lo escucha decir (preguntado por Tenembaum) que ahora está del lado del "más débil, que es Clarín", porque supuestamente (es lo que ellos creen) el gobierno de Kirchner "va por todo". Cuando Lanata decía que si no había Justicia en relación con el pasado, no se podía cerrar ése pasado, también era escuchado y creído por mucha gente. Cuando Caparrós dice hoy que "habría que dejar de hablar de los 70", luego que él escribió sendos mamotretos sobre el tema, lo menos que suena es soberbio e incoherente.
En el programa TVR (Televisión Registrada) del sábado último estuvo como invitado el periodista Eduardo Aliverti, y se generó un pequeño debate sobre este "debate" dado en otros medios, a raíz de la presentación de lo que en el programa llaman el "informe". El invitado expresó lo que muchos pensamos respecto de estos periodistas que, tal como pasa con otros personajes que terminan como "estrellas", provengan del medio que provengan, quedan atrapados en su propio EGO. Más allá de sus pensamientos y sacrificando incluso su propia coherencia, se transforman en sus propias víctimas, dejando que sus egos los dominen.
Luego que Aliverti expresó lo que pensaba, uno de los conductores, Sebastián Wainraich, se transformó en defensor de estos periodistas, alegando que en realidad habían sido sacados de contexto (lo cual es lógico, si se está mostrando el fragmento de una nota), y que a él no le gustaría que "los pibes" pensaran que ellos están en la misma bolsa que los dictadores (palabras más o menos).
La verdad es que mi decepción fue muy grande, ya que si bien muchos en estos tiempos esgrimen una pretendida "objetividad" en relación a las informaciones que están saliendo a la luz, uno siempre espera que las personas a las que admira hagan honor a esa admiración respetando, al menos, la lógica. Esta lógica indica que la coherencia o la contradicción son elementos palpables en relación con los dichos, más allá de si las fechas son diferentes y el contexto es otro. Porque se refieren a los mismos personajes, a las mismas situaciones. Y tampoco pueden negarse los hechos, o sospechar de todos los testimonios, incluídos los de víctimas de ser torturados para ser expoliados económicamente. No se puede tomar a broma o faltar el respeto al dolor de las víctimas. El Grupo Clarín es el mismo hoy que hace 10 ó 15 años, o peor. Los crímenes de lesa humanidad son tan importantes hoy como hace 20 ó 30 años. Y si en los 80 era fundamental que hubiera Justicia para castigar a los culpables, también lo es hoy. ¿O acaso Alfonsín hablando de Derechos Humanos era más digno y respetable que hoy Cristina hablando de ellos? ¿Acaso no fue Alfonsín el que permitió que se votaran las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida? ¿No fue Menem el que dio el Indulto? ¿Por qué tan poco respeto a la figura de la actual presidenta, que despierta tanto desprecio en gente que se decía "progre", cuando se están llevando adelante políticas que los progres siempre defendieron?
Por si Wainraich todavía no tomó nota, esos PIBES a los que él hace referencia, son mucho más inteligentes que muchos de nuestros dirigentes, mucho más que él, que yo, que los periodistas a los que pretende salvar de su propio ego, y seguramente sabrán ver con toda claridad que no se puede seguir considerando SERIOS Y RESPETABLES a periodistas/escritores que no se respetan ni a sí mismos, ni a sus ideas ni a sus principios.
Y tampoco se puede seguir respetando a los que por una pretendida defensa corporativa o de amistad, defienden lo indefendible.
2 comentarios:
Es el momento para ser protagonistas, de nuestra vida, de nuestra historia, en la construcción y el respeto por nuestros derechos. Pese a conocer bien de cerca a los protagonistas, por ser mamá y compartir muchas charlas con mis hijos y sus pares, estoy gratamente sorprendida por ese colectivo que surgió en el conflicto.
En cuanto al tema del periodismo... está bueno que haya acabado esa suerte de imagen sacerdotal, que no se la puede cuestionar y que esgrime palabras sagradas... unos más que otros deben explicar las convicciones que defienden y asumirse y responsabilizarse de lo público de sus palabras, háganse cargo! Que los que estamos del otro lado también gozamos de la "libertad de expresión" y tenemos cada vez más canales de comunicación.
Y a los que dicen que no hay que volver sobre los '70, me gustaría verlos diciéndoselo a la cara a las víctimas, a las que van a dar testimonio en los juicios una y otra vez con la esperanza de que el simple camino de la justicia siga su curso después de largos 30 años de espera... Y sino que nos digan a todos a la cara que están de acuerdo en dejar impunes a los genocidas y sus cómplices, civiles y militares.
Como dice Aliverti en los '90 era muy fácil ser "progre"...
YolaPato
Gracias por tu comentario amiga YolaPato.
Se terminó la era de las "vacas sagradas" del periodismo, por suerte. También ellos tienen que dar explicaciones, y si cabe (como en el caso de Gelblung), ser juzgados, penal o moralmente.
Un abrazo.
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