2 de Septiembre de 2021

2 de Septiembre de 2021
La Plaza del Amor
Hay una REALIDAD que los diarios NUNCA te van a contar porque no sirve a sus intereses.// El acceso a la INFORMACIÓN es un Derecho Humano: el gobierno que no respete ese Derecho, no respeta la DEMOCRACIA.

domingo, 19 de mayo de 2013

Jorge Rafael Videla. Genocida. 1925-2013

Sí, ha muerto. En cárcel común, condenado, repudiado por sus crímenes, sin haberse arrepentido jamás y reivindicando lo hecho. Negando hasta sus últimos días la potestad de los tribunales que lo juzgaban, con una Justicia que, con todos sus defectos, le dio los derechos que él había negado a los miles de detenidos, desaparecidos y torturados de su siniestro gobierno. Con un último atrevimiento, alentando incluso un levantamiento contra el gobierno democrático de la presidenta Cristina Fernández. Con el orgullo que nunca perdió, hasta que los límites de la vida lo derribaron de una manera tan poco digna que, tal vez ni siquiera él, que tan poco respeto tuvo por la vida humana de sus propios compatriotas, hubiera imaginado.
Informe Médico de la Unidad Médico Asistencial del Penal de Marcos Paz, sobre la muerte de J. R. Videla.
No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina no se hubiera bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy  seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil. No había otra manera. Todos estuvimos de acuerdo en eso.Y el que no estuvo de acuerdo se fue. ¿Dar a conocer dónde están sus restos? Pero...¿qué es lo que podemos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el  Riachuelo? Se pensó, en su momento, en dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo. (*)

Impresionante confesión, llena de cinismo, pero envuelta en un halo de "sentido común". Claro, el que sólo puede exhibir alguien que se creyó, en algún momento, dueño de la vida y de la muerte de miles de sus compatriotas, investido de una "misión", una "cruzada" a la que, hasta sus últimos días, creyó servir. TODOS fueron cómplices, y algunos que no quisieron serlo se fueron, pero alguno que otro terminó como los perseguidos. Admitir que el mar, el río de La Plata podían ser las tumbas de esos cuerpos, cofirma las confesiones del represor Adolfo Scilingo y los "vuelos de la muerte", pero, ironías del destino, el río devolvió una gran cantidad de esos cuerpos que ellos quisieron hacer desaparecer. Y muchos fueron identificados, como los restos de la monja francesa Léonie Duquet, junto con otros, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. Las costas de numerosas ciudades de Argentina y de Uruguay recibieron esos cuerpos arrojados a las aguas por la maldad de otros humanos, y las señales indubitables en muchos de ellos, mostraron hasta qué nivel la crueldad humana puede ensañarse. Esos cuerpos provenían de diferentes centros clandestinos de dentención: Campo de Mayo, la ESMA, el Campito, el Olimpo. Por mencionar sólo los que el agua arrastró hasta las costas. Pero hubo (y todavía se encuentran, gracias a los Juicios) innumerables fosas comunes, y cuerpos destruídos a lo largo y ancho de todo el país, y otros cuerpos que no aparecieron jamás.

Este fragmento de la Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar, de Rodolfo Walsh, el 24 de marzo de 1977, es por demás elocuente de lo que estaba pasando:

 "Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas. Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia. Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron. Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora. En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti..." (Rodolfo Walsh fue asesinado al día siguiente).

También admite Videla en la entrevista, casi sin darse cuenta, que había "listas", esas que en algún momento dudaron en dar a conocer. Y que, alguna vez, había preguntas que iban a tener que ser respondidas. Muchas respuestas se conocieron en los juicios. Muchas otras se las llevó a la tumba.
Pero, como nos dicen los autores de "El Dictador",

Ernestina Herrera y Bartolomé Mitre: inauguración de Papel Prensa.
"Satanizar a Videla_ y no, junto con él al elenco cívico militar (y eclesiástico, agrego) que los sostuvo_ puede ser hoy un deporte fácil de jugar a la luz de las demoledoras constancias de su quehacer delictivo. Pero también es un juego decididamente siniestro olvidar a esa subjetividad escuálida, a esa pose militar repleta de grandes palabras, a esa pose entre piadosa y cuartelera que resultó funcional a un programa de gobierno ejecutado para desarticular el país plural y reponer a sus elites anquilosadas y carniceras. 

Videla y el ideólogo economista, Martínez de Hoz.
La constatación, años después, de que esas elites montaron 520 campos clandestinos de detención _un número mayor al que necesitaron los nazis_ en la geografía argentina demuestra el miedo y el odio que supieron imponer sobre el cuerpo social, la pedagogía del terror sin dios ni piedad que Videla encarnó y que José Alfredo Martínez de Hoz administró." (*)

Murió en la cárcel, una cárcel común, pero a la que llegó luego de ser acusado, procesado y condenado en Democracia (si bien algunas causas aún no están cerradas). Tuvo en la Justicia, a la que nunca reconoció, los derechos que él y sus cómplices negaron a todos los detenidos, torturados, asesinados, desaparecidos. Y murió de una manera penosa, vergonzante, que muestra de qué poco sirven el poder y la soberbia en la muerte de algunos, que ni siquiera tienen el consuelo de una muerte "amigable". Pero aún así, fue una muerte natural.
La complicidad de la cúpula eclesial.
 No podrán decir lo mismo los padres, los hijos, los abuelos, de aquellos que, gracias al silencio cómplice de Videla y sus secuaces (militares, civiles, eclesiásticos), no tienen todavía dónde llorarlos. Sus familiares en cambio, sí tendrán su cuerpo.

Estas palabras tan conmovedoras y lacerantes circularon por la red, "tomadas" por alguien, hasta que luego de varias horas conocimos el nombre de su autor.

Ahí está el cuerpo. Sin hábeas corpus, ahí tienen el cuerpo. Unos papeles y es suyo, llévense el envase de su pariente.
Cuentan ustedes con un cuerpo. Que les conste que lo reciben sin quemaduras ni moretones. Podríamos haberlo golpeado al menos, que ya hubiera estado pago. Pero nosotros preferimos no hacerlo, eso que sí hizo este cuerpo que ustedes van a enterrar.
No lo tiramos desde un avión, no lo animamos a cantar con descargas de picana. Que cante, por ejemplo, adónde están nuestros cuerpos, los de nuestros compañeros.
No fue violado. No tuvo un hijo costado en el pecho mientras le daban máquina. No lo fusilamos para decir que murió en un enfrentamiento. No lo mezclamos con cemento. No lo enterramos en cualquier parte como NN. No le robamos a sus nietos.
Acá tienen el cuerpo.


Por Jorge Kostinger
(http://www.latdf.com.ar)

 
Tapa del diario Página 12: 16/2/2012

El ex Presidente Néstor Kirchner hace bajar el cuadro de Videla en la Escuela Militar. 24/3/2004.

____________________________
(*) Del libro "El Dictador", de María Seoane y Vicente Muleiro. Declaraciones realizadas el 25/08/1998.

No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails