El Twitter era un desfile histérico de frases con mayúsculas, signos de admiración y palabrotas de variada intensidad y calibre. Según la necesidad del tuiteante, los 140 caracteres eran la herramienta furiosa de los que nos comunicábamos (y transmitíamos) nuestros miedos y angustias por el Twitter. Alguien con mucho humor (al día siguiente) preguntaba si el golpe en Ecuador había sido frenado por el pueblo en la calle, por la respuesta veloz del resto de los presidentes latinoamericanos o por la furia de los twiteros. ¡Quién sabe! Estas pequeñas guerras con herramientas tecnológicas tienen su importancia, que ya el tiempo irá haciendo visibles y comprensibles...¡Quién sabe!
Lo cierto es que Twitter se convirtió en la plataforma de las expresiones, pero también el lugar en el que el TL de cada quien abundaba en datos, preguntas, enlaces, sugerencias, hasta hubo quién creó una aplicación con la bandera de Ecuador (el amigo @lisandropuzzolo), para que las luciéramos en lugar de, o junto con nuestro avatar. Y allá fuimos con entusiasmo y fervor a embanderarnos con la enseña del país hermano en serios problemas. Otros fueron más osados y cambiaron su identificación habitual por el rostro del presidente Rafael Correa.
Pero había algo más.
Hace no tanto tiempo había habido un golpe de Estado en Honduras. Las noticias esa vez, para los comunes como nosotros, llegaron con retraso, como hechos consumados, y a Honduras se la veía lejos. Hasta cuesta recordar el nombre del presidente derrocado de su cargo (Manuel Zelaya) sin hacer cierto esfuerzo.
Esta vez fue diferente.
Podríamos decir y coincidir en que encontramos entre lo ocurrido en Ecuador y nuestra propia situación presente, rasgos comunes, en especial la idea de aspirar a una América unida, igualitaria e inclusiva, alejada de la América dependiente y neoliberal. La presencia de una oposición asociada a las corporaciones (sobre todo, mediáticas) que no aceptan perder sus privilegios, fuerzas de seguridad con rémoras autoritarias y corruptas, sensibles a las influencias y penetraciones de poderes internos y externos (como ya está empezando a desvelarse), además del antecedente muy próximo de lo ocurrido en Honduras. El sólo pensar que algo parecido podría ocurrir en Argentina, cuando las broncas que generan las oposiciones genuflexas del poder, o los poderes aún enquistados, hacen que todos los días sintamos que lo que gozamos debe ser defendido a capa y espada.
Sin embargo, no fue sólo eso.
Hace apenas unos meses festejamos jubilosos nuestro Bicentenario: una Argentina inclusiva y una América Latina unida eran el sello distintivo, y varios presidentes vecinos se acercaron hasta nosotros para sumarse a esa imagen bicentenaria. Rafael Correa estaba entre ellos.
Cuando alguien comparte con nosotros momentos felices, queda asociado para siempre a esos momentos, y se transforma en un componente inseparable de los buenos recuerdos. Rafael Correa, además de ser buen mozo y simpático (en Twitter y entre mis amigas y/o conocidas, somos varias las que nos manifestamos sus babosas fans), es alguien querido y respetado por nuestra presidente, como un par latinoamericano, como un hermano de la América nuestra. No es alguien lejano, desconocido, ajeno. Es nuestro amigo, es un par, es un compañero de ruta histórico, al que sentíamos en peligro, incluso de muerte, y quien representaba un futuro posible, también para nosotros. ¿Acaso muchos de nosotros no estallamos en lágrimas de emoción al verlo en el balcón del palacio de Carondelet (sede del gobierno) hablar a los ecuatorianos congregados? ¿Acaso no sentimos un tremendo alivio al saber que estaba vivo y bien, y todavía como presidente de su país?
No fue casualidad que tantas agrupaciones se acercaran hasta la embajada ecuatoriana en Buenos Aires a dar su apoyo y mostrar solidaridad con el pueblo de Ecuador, a mostrar su repudio al golpe. Como tampoco fue casual que todos estuviéramos tan angustiados. Y cada uno mostraba esa angustia como podía. Así como los hombres necesitan de la acción, muchas mujeres necesitamos sacar los miedos a través de las palabras, no para matar ni para herir, sino para espantar a los fantasmas. Algunos se asustan con las palabras, como se asustaron con las palabras de Hebe, sin embargo no son las palabras las que deben preocupar o asustar, sino los hechos.
No fue casualidad que tantas agrupaciones se acercaran hasta la embajada ecuatoriana en Buenos Aires a dar su apoyo y mostrar solidaridad con el pueblo de Ecuador, a mostrar su repudio al golpe. Como tampoco fue casual que todos estuviéramos tan angustiados. Y cada uno mostraba esa angustia como podía. Así como los hombres necesitan de la acción, muchas mujeres necesitamos sacar los miedos a través de las palabras, no para matar ni para herir, sino para espantar a los fantasmas. Algunos se asustan con las palabras, como se asustaron con las palabras de Hebe, sin embargo no son las palabras las que deben preocupar o asustar, sino los hechos.
Marcha de repudio frente a la embajada ecuatoriana
Tal como dice uno de los manifestantes de los muchos que se concentraron frente a la embajada de Ecuador como repudio por el intento de golpe, se perciben grietas en los gobiernos progresistas de Latinoamérica, y sobre esas grietas actúan los golpistas: de una manera legal (con el Parlamento, con la Justicia) o de una manera ilegal: con las fuerzas armadas o de seguridad. En Ecuador se eligió la 2ª opción.
Cualquier parecido con lo que ocurre y podría ocurrir en nuestro país no es mera coincidencia.
Más allá de las palabras, dichas o escritas, por quienes en nuestro país se manifestaron dando su apoyo al gobierno ecuatoriano, son los hechos los que mostrarán de ahora en adelante si, efectivamente, son defensores de las instituciones democráticas, pero DE VERDAD, y acá, en nuestro propio país.
6 comentarios:
Comparto tu sentir. También estuvimos "luchando" desde nuestro humilde lugar en el Twitter. Aguante la Patria Grande Latinoamericana!
Gracias Chelo, así es. ¡Aguante la Patria Grande!
Un abrazo.
A algunos la ronrisa se les atragantó, se les
notó aunque no quisieran.
Los presidentes al reunirse de forma rápida
y la ciudadanía en la calle les a mostrado
que ya no pueden hacer lo que quieran con una
Sudamérica unida.
Saludos!
Coincido con vos Roberto: ojalá que los cipayos de estas tierras tomen debida nota de que no deben atreverse, porque les va a costar muy caro.
Saludos para vos.
Greta
Me pareció muy exacta la descripción que hiciste del clima vivido en las duras horas transcurridas en el país hermano y en toda latinoamérica por extensión y por convicción. Coincido plenamente con vos con el análisis que hacés.
Me encanta cómo estás armando tu blog!
Te felicito!
Un abrazo!
Muchas gracias Gaby.
Creo que el entusiasmo por la defensa del proyecto (con todo lo que implica), nos inspira...ja jajaaa
Un abrazo para vos.
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