2 de Septiembre de 2021

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La Plaza del Amor
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miércoles, 22 de septiembre de 2010

El nieto Nº 84...




Ayer, 21 de septiembre, día del estudiante y comienzo de la primavera, al igual que otros miles, viví una de las experiencias más reveladoras y pertubadoras posibles frente a la pantalla del televisor: el pasado se hizo presente en el testimonio de Pedro Alejandro Sandoval, el nieto Nº 84, recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo.
El motivo de la presentación de este joven había sido el trascendental anuncio realizado durante la jornada del hallazgo del nieto 102, en la larga lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo para encontrar a los hijos de desaparecidos durante la Dictadura militar de los años 70. Al igual que en el caso de los hnos. Noble Herrera y del joven Pedro A.Sandoval, éste último nieto encontrado cuyos padres fueron reconocidos, se negó a aceptar esta nueva situación, prefiriendo no saber la identidad de sus padres, por esa razón, si bien su familia biológica está en conocimiento de su real identidad, su nombre es desconocido para el público.
Durante largos minutos en el programa 6,7,8, Pedro se extendió en el relato de su propia historia: el secuestro de sus padres, su nacimiento en un centro clandestino de detención, su negativa inicial a ser identificado, el adoctrinamiento de sus padres apropiadores, la fragua de pruebas para encontrar su ADN con la colaboración de un subcomisario policial (el mismo que actuó en el caso de los hnos. Noble Herrera, y en el caso del nieto 102, el último recuperado, Carlos Antonio Garaventa, hoy separado de su cargo), cómo fue el comienzo de su propia búsqueda de la identidad, la pérdida de sus antiguos amigos, el enfrentamiento con sus padres-apropiadores...en fin. Una historia llena de horror, contada con valentía y en medio de un clima electrizante.

Esto se cuenta en el libro "La historia de las Abuelas: 30 años de búsqueda":
"Alejandro Sandoval Fontana se negaba a la extracción de sangre y un allanamiento en su domicilio permitió obtener algunos objetos en los que se encontró suficiente ADN como para determinar que se trataba del hijo de Liliana Clelia Fontana Deharbe y Pedro Fabián Sandoval.
Sus padres habían decidido llamarlo Pedro, pero quienes lo apropiaron en enero de 1978, luego de que su madre diera a luz en un campo clandestino de detención, le pusieron Alejandro. Liliana y Pedro fueron secuestrados por fuerzas conjuntas el 1º de julio de 1977 mientras compartían una cena familiar en su casa de Caseros, provincia de Buenos Aires. Según cuentan los familiares, se escucharon fuertes golpes en la puerta de acceso a la vivienda y en cuestión de segundos cuatro individuos de civil con armas cortas y largas se llevaron a Pedro y a Liliana que estaba embarazada de dos meses y medio.
Por testimonios de sobrevivientes del centro clandestino de detención Club Atlético, se pudo saber que los jóvenes permanecieron detenidos allí y que Liliana fue trasladada para dar a luz. Desde ese momento no se supo nunca más nada de ellos. Desde que se enteraron de que las embarazadas eran mantenidas con vida hasta dar a luz, las familias Fontana y Sandoval buscaron al hijo de Liliana y Pedro incansablemente.
El 14 de julio de 2006-luego de recibir el informe del Banco Nacional de Datos Genéticos-la jueza federal de Capital Federal, María Romilda Servini de Cubría informó a la CONADI que estaban los resultados del ADN conseguido en el allanamiento y tres semanas después integrantes de la CONADI y del juzgado se reunieron con el joven para comunicarle que incluía en un 99,99 % en la familia Sandoval-Fontana. Es decir, que sus padres son Pedro y Liliana y que sus abuelos, tíos y primos lo buscan desde el momento en que hicieron desaparecer a sus padres.
Alejandro había sido inscripto como hijo propio por el ex agente de inteligencia de la Gendarmería Nacional, Víctor Enrique Rei."(*)

La historia de Pedro contada en 1º persona completa los huecos de la escueta mención que hace el libro. Su rostro lleno de verdad interpela a cualquiera que lo observa, incluso a través de la fría cámara, haciendo que su relato se transforme en una historia viva. Salvo en el caso de Lidia Papaleo, viuda de Graiver, en muy raras ocasiones, se ha podido ser testigo de un relato que llegara tan profundamente al espectador.
Afortunadamente, la tecnología permite que esos momentos puedan ser conservados, y aquí están para todos aquellos que deseen volver a vivirlos, o para que los vean quienes hasta ahora no lo hicieron.





(*) "La historia de las Abuelas. 30 años de búsqueda".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lamentable los medios es igual a la última
parte de las encuestas, "no sabe", "no contesta",
salvo que en ellos es "no informa". Es más
importante un Leuco discapacitado de servilidad
y sus colegas opinando tan pelotudamente de una
chanza, en lugar de lo que es una buena noticia.

Saludos!

Greta dijo...

Así es, Roberto.
Este tipo de noticias sólo es posible conocerlas gracias a un programa como 6,7,8, y ya sabemos por qué.
Gracias por tu comentario y un abrazo!

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