No es consciente el loro del contenido de lo que dice, ni se considera responsable por las consecuencias de sus palabras. Muchas veces figuras públicas, de diferentes ámbitos de nuestra sociedad y con distinta importancia por los roles que ocupan, pasan a las marquesinas por lo curioso de sus frases. Y entonces aparecen las luchas por tratar de interpretarlas: mientras algunos las juzgan como desafortunadas o fuera de lugar, otros tratan de justificarlas, y sus propios autores, si pueden, tratan de eliminar lo que ya fue lanzado, sin percatarse de que...YA ES TARDE...
Algunos ejemplos...
Hace unos días en Twitter, un filósofo inspirador y colaborador del PRO (Alejandro Rozitchner), lanzó al ciberespacio una desafortunada frase, rayana en la discriminación:
La frase estaba relacionada con un lamentable episodio (el derrumbe de un gimnasio en el barrio de Villa Urquiza), en el que, entre otras víctimas, había sido hallado el cuerpo sin vida de un joven de origen chino.
Poco después, el filósofo discriminador (advertido de la metida de pata) suprimió de la lista de Twitter su comentario, pero se percató tarde de que muchos usuarios ya habían capturado su desafortunado mensaje. El mismo se había multiplicado de manera exponencial, y no hubo manera de explicar lo expresado: imágenes en internet, diarios digitales, programas de televisión, todo el universo de la comunicación, se enteró de lo dicho. Y por supuesto, también por el "boca a boca", un efectivo sistema que ningún nuevo formato podrá reemplazar.
Otra discutible expresión la lanzó el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, bastante crispado por su situación legal a causa del espionaje telefónico. A sus modos soberbios, descalificadores y agresivos, sumó otra perla para su collar de desaciertos verbales:
"Este tren que hemos dejado pasar tantas veces y que hoy nuevamente está en la estación de la Argentina para que nos subamos, nos vamos a subir, aunque tengamos que tirar por la ventana a Kirchner (Néstor), porque no lo aguantamos más".
Mauricio Macri, jefe de Gobierno Porteño, del PRO, antes de afeitarse el bigote.
Pero hay más ejemplos...
Repitiendo la excreción de frases sincericidas, el inefable Luis Barrionuevo (dirigente gastronómico), una vez más se lanzó, sin filtro, a una frase que hará historia:
"Duhalde es el mejor discípulo de Menem"...
Luis Barrionuevo y Eduardo Duhalde.
Alguna vez había dicho ..."Si nosotros dejáramos de robar por 2 años"...(a confesión de partes...), y quedó grabada para siempre con mayúsculas, comillas y letras luminosas. Esta vez colgó del cuello de su amigo Eduardo Duhalde un salvavidas de plomo, le dio una mano de bleque o le colgó el cajón de Herminio...Ud. elija qué lugar común le resulte más satisfactorio o apropiado.
Barrionuevo debe estar convencido que, todavía, mucha gente añora los dorados 90´s: del 1 a 1, de las AFJP, de los congelamientos salariales (incluídos los de los trabajadores de su gremio), de los descuentos a jubilados, de las empresas estatales devaluadas para luego privatizarlas para sus amigos (de Menem), de la supresión de ramales ferroviarios ("ramal que para, ramal que cierra"), del salariazo y la revolución productiva (?), del país para unos pocos, cuando desde su programa Bernardo Neustad arengaba a doña Rosa a "seguir a Menem", que no la iba a defraudar y un largo rosario de etcéteras que ojalá mucha gente no haya olvidado. ¿O será que mucha gente ya lo olvidó, y por eso este señor se siente autorizado a lanzar su inefable frase? ¿Seremos, tal como sugiere la desfachatada expresión barrionuevista un país SIN MEMORIA?
Este año en el que festejamos el Bicentenario, fuimos alegres y festivos participantes de una celebración donde la memoria histórica fue protagonista, pero donde además, sentimos que éramos parte de una América Grande, como la que habían soñado San Martín y Bolívar, cuando en lugar de creer que estábamos "aislados del mundo", podíamos vivir el orgullo de sentirnos, no sólo argentinos, sino hermanos de otros pueblos de América. Las ganas furiosas de cantar el Himno, los ojos llenos de alegría por los vecinos presidentes caminando junto a Cristina, la emoción incontenible por esa Patria voladora de Fuerza Bruta, los millones de compatriotas caminando apretujados por el Paseo del Bicentenario...
¿Y todavía habrá gente que añora los tiempos en que estábamos de rodillas, endeudados, sometidos, regalados, repartidos entre un puñado de hambrientos buitres, continuadores de la voracidad procesista?
Si es así, qué gran oportunidad de ser realmente grandes como país nos estaríamos perdiendo...
Ojalá que mi pesimismo sea sólo producto de ver y escuchar otra vez a los viejos protagonistas, y que los nuevos, los que hablan y hacen política pensando en todos, pero sobre todo en los más débiles, buscando cada vez más igualdad y proyectando un país en serio, sean aquellos a los que podamos escuchar, en lugar de escuchar la triste labia de los que hablan por hablar.
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