Tapa de la revista Noticias, de Jorge Fontevecchia. (modificada por medio de textos). |
La imagen de esta tapa de la revista Noticias habla más de la línea editorial que la inspira que de la figura a la que alude: el collage de fotografías que muestran a Cristina de luto en realidad revela la intención de su autor-emisor (editorial) de construir una figura psicologizada (en el esquema de Jakobson podría llamarse función emotiva, expresiva o sintomática del lenguaje, en este caso, de la imagen). Pero también es una imagen con función metalingüística, porque además de lo que muestra interesa la forma en que fue realizada. En su función emotiva revela cómo este editor, junto con los de otros medios opositores, como Clarín o La Nación y sus otros medios satélites, hacen gala de una interesante batería de adjetivos referidos a la psicología (que manejan como si fueran expertos), y que en su gran mayoría están dirigidos a Cristina y a construir una imagen que prentenden instalar. Los textos que fueron agregados no son más que algunos de los epítetos insultantes que periodistas de estos medios utilizan habitualmente, tanto en tapas de revistas (como el caso de Noticias) como en editoriales de sus diarios o programas radiales de opinión.
Veamos otros ejemplos:
El antropólogo y psicólogo de la UBA, Jorge Pinedo, publicó en Página 12, algo que quiero compartir:
Dice en su nota Adjetivando por un sueño:
Medios, foros, tablados, concentraciones, todo lugar parece resultar
apto a fin de cultivar un remozado subgénero del discurso político: el
adjetivismo. Epítetos que aluden a la condición subjetiva, personal, se
perpetran en reemplazo del argumento que falta. De tal modo, “soberbia”,
“mezquina”, “arrogante”, “histérica”, “prepotente”, entre tantos otros
adjetivos, pululan en los discursos que, lejos de sentar las bases para
la discusión entre muchos, pasan a convertirse en monólogos, oratoria
preponderante tanto en la alocución del dictador como en la oración
religiosa. Botón de muestra: “bipolar”. Hazaña gramatical de última
generación, capaz de hacer mutar una categoría (nunca al azar)
psicológica en diatriba de cabotaje, cunde entre los opinólogos a la
violeta. Sustantivo que describe la vieja sintomatología
maníaco-depresiva, reciclada por los marketineros psicofármicos, la
bipolaridad alude lejanamente a cambios de ánimo más o menos
intempestivos. En labios de la fauna repentista, tras forzar lo privado
para que cobre estado público, instala al/la destinatario/a en la serie
de la patología, en la estofa de la enfermedad. De modo alguno se trata
de un insulto (¿?) así nomás: establece un extenso recorrido por los
intrincados senderos de los símbolos y, al final, como un boomerang,
muestra la hilacha de quien lo produce.
Aludir a la presunta psicología del personaje (más aún cuando éste se
halla en funciones de gobierno) lo arranca de su incidencia en los
asuntos de la polis a fin de reducirlo a una medida individual en una
maniobra opuesta, precisamente, a la política: ámbito donde las
subjetividades se suspenden. (...)
En la vida cotidiana, en el barrio, es más que usual que a una mujer, a
cualquier mujer, se la tilde mecánicamente de “histérica”. Categoría
rigurosa que, precisamente, proviene de la psicología, intersecta un
sinnúmero de variables que comprenden lógicas diversas, por cierto fuera
del alcance del inmediatismo. (...) En el contexto popular machista, emerge como una agresión, jamás como
un diagnóstico. Convertido en vulgar insulto dentro del intercambio
coloquial de la muchachada a la salida de la cancha o en la mesa del
bar, se muestra de poco a nada serio, más aún: irresponsable, a la hora
de argumentar en política.
La revista Noticias también tuvo como víctima de sus diatribas psicologizantes al ex presidente Néstor Kirchner:
Periodistas, opinólogos, editorialistas, casi todos hombres y casi todos devenidos en operadores de los medios e intereses a los que representan, surfean sobre la realidad política de la que deberían hablar, en sus botecitos llenos de adjetivos, mostrando lo que también quieren ocultar. Muchos de ellos agregan a su carga un plus de odio, un tufillo misógino apenas disimulable. Incapaces de un debate en serio sobre las políticas que son los actos de gobierno, se transforman en insultadores indignados, enarbolando la psicología como bandera. La emotividad de los discursos de Cristina les da la excusa para ocultar la realidad de sus políticas, y así les permite mostrarse ofendidos, indignados, pontificadores, vacíos en su mediocridad, incapaces también de hablar de las políticas que defienden, no sea cosa que todos vean...que el rey está desnudo.
_____________________________________________
7 comentarios:
También se podría analizar el lado semiológico de las fotos que ilustran cada una de las portadas. Aún sin epígrafe, transmiten el mensaje con precisión. Bastante hijos de puta a la hora de diagramar...
Por supuesto, amigo Palermo, pero ya daría para un ensayo, en lugar de un post. El lenguaje de las imágenes es fascinante, sobre todo si uno puede decodificarlo.
Gracias por tu comentario.
Son un interesante ejercicio de proyección. El odio los desborda (lo de Fontevechia ya es patético).
Fontevecchia es todo un caso: pobrecito, se muestra en cada "operación" que se manda con sus tapas.
Gracias Iris por comentar y leerme.
Encantadora costumbre han popularizado de diagnosticar al que piensa distinto con enfermedades psiquiátricas o desórdenes emocionales. El mismo que la semana pasada te llamó "narcisista" esta te llama "bipolar", y la que viene "psicótico". Total, todos hablan de lo que no conocen y nadie pregunta nada. Lo que más jode es que estas "opiniones" vengan de gente que no solo no sabe de lo que habla si no que además hace eso para castigarte por tener ideas políticas diferentes.
Ahora por lo menos se de dónde proviene este método.
Es cierto Fabián, pero curiosamente (salvo el caso de Néstor) no recuerdo ningún caso de presidentes hombres al que lo hayan atacado de esta manera y con esta virulencia. Éso también es un síntoma.
Gracias por tu comentario.
Creo que las faltas de respeto graves a la investidura presidencial empezaron con De la Rúa. No supimos defender la institucionalidad por encima del personaje y esto sentó un peligroso precedente. Estemos atentos a la próxima.
Publicar un comentario