Hace apenas unas horas la Jefa de Estado retomó sus tareas formalmente con un acto en la Rosada, con la presencia de los gobernadores, su gabinete, legisladores, simpatizantes políticos, invitados, luego de su licencia por haber debido someterse a una tiroidectomía. Además de los nervios y la ansiedad de todos (presentes, teleespectadores, asistentes en la Plaza), no era menor la curiosidad por saber de qué manera la Presidenta iba a responder, si es que lo hacía, a las muchas y variopintas repercusiones que su intervención quirúrgica había despertado. Por supuesto no defraudó a nadie, y seguramente despertó la ira de tantos opositores que debieron escuchar sus sarcásticas críticas, además de bancarse (con mayor o menor nivel de tolerancia) la exhibición orgullosa de su cicatriz, como quien muestra una herida de guerra. Conociendo a Cristina, podía preverse que en estos 20 días no iba a perderse de conocer ninguna de todas las embestidas hacia ella, su enfermedad, los médicos que la atendieron, el diagnóstico inicial fallido, amén de la sarta de ridiculeces entre las que sobresalieron un supuesto lifting, mala praxis por una extirpación inútil y un cinematográfico complot quirófano adentro.
También "atendió" a otros asuntos la Presidenta en esta reaparición tan esperada. Se ocupó de mandar un duro mensaje a las petroleras que explotan el suelo argentino y cartelizan los precios del petróleo, en contra del país, del logro de haber perforado el índice de desocupación de 7% bajándolo a 6,7%, y del "mundo del revés" encarnado en los exabruptos del primer ministro británico, David Cameron, acusando a los argentinos de...colonialistas, para justificar su actitud negativa frente a los requirimientos de sentarse a la mesa de diálogo con Argentina, desoyendo innumerables llamados de la ONU, a esta altura convertida en un cascarón vacío por la prepotencia de los imperios como el Reino Unido.
La actitud presidencial ante el patoteo de Cameron fue mesurada: anunció con firmeza que se continuará luchando por el objetivo de recuperar las islas con la ley internacional en la mano, sin ninguna fantasía bélica, recorriendo los organismos internacionales y de paso, continuando con el pedido de apoyo a cuantos países se avengan a reconocer el reclamo argentino. También realizó un anuncio importante: solcitará al Canciller la formación de una comisión que permita desclasificar el Informe Rattenbach (ver aquí) a fin de que pueda conocerse públicamente y en profundidad las conclusiones de dicho informe, que muestra entre otras cosas, la diferencia de actitud y de intenciones del gobierno de la Dictadura en ese momento, y de la asumida por el gobierno de Cristina Fernández en el presente. Para que quede bien en claro que no se trata de una aventura belicista sino el auténtico reclamo de los derechos que a los argentinos nos asiste sobre las Islas Malvinas y otras islas del mar austral.
Desmontar la mentira del Reino Unido puesta en la voz de varios representantes (como el mismo Cameron, el Sec. de Defensa, y otros personajes leídos y/o escuchados en estos días), tal vez no sea fácil, pero es necesario. Gran Bretaña quiere inventar el cuco de la Argentina belicosa, agresiva, "colonialista", dispuesta a invadir las islas en cualquier momento, y hasta arrebatar su nacionalidad inglesa a los isleños. Como si alguna vez Argentina hubiera exigido a cuanto inmigrante recala en nuestras costas desde siempre convertirse en ciudadano argentino. Pero la fantochada cumple varios objetivos, hacia adentro y hacia afuera: hacia adentro, justificar la escalada de "protección" de las islas enviando o reforzándola militarmente, y hacia afuera, queriendo que el resto del mundo mire a la Argentina como una amenaza. Pero el bocado mayor que pretende devorarse la Rubia Albión son los recursos naturales de las islas, disfrazado de autodefensa y poniendo a los ciudadanos de 2ª de Malvinas como excusa para mantener el statu quo, con la falacia de la "autodeterminación", concepto jamás aplicado en todas y cada una de sus usurpaciones.
¿Quién podría en el mundo creer estas calificaciones del "Reino del Revés" (como las llamó la Presidenta)? ¿Quién podría engañarse sabiendo que unas pequeñas islas pudieron, en algún momento, formar un imperio como el del siglo XVII? (ver mapa).
La "naturaleza" de la Reina de los Mares fue y sigue siendo la piratería, y sus particulares métodos parte de esa naturaleza depredadora. En el presente, 10 de los 16 enclaves colonialistas que aún perduran en el mundo pertenecen a la Gran Bretaña. Leamos este párrafo del historiador José María Rosa (*):
La diplomacia del "marinero herido".
Al discutirse en la Asamblea Nacional francesa, en enero de 1850, las bases de un arreglo con Rosas, Thiers, oponiéndose a reconocer el triunfo del Restaurador argentino decía: "Hagamos como Inglaterra que por un marinero herido no duda en hacer una guerra tratándose de un país pequeño donde conviene afirmar los intereses comerciales. El contrapeso del comercio con los países productores de materias primas, es hacerse temer por ellos".
En el siglo XIX la diplomacia del "marinero herido" fue la constante de Gran Bretaña para presionar a los países pequeños. Se empezaba con reclamos inatendibles, seguía la presencia de una escuadra en aguas jurisdiccionales, y luego venían el bloqueo, los registros y decomisos de buques y algunos cañonazos si había resistencia de los nativos. Todo en nombre de los derechos humanos, la libertad de navegación o de comercio y otros principios elevados a la categoría de dogmas del derecho internacional público. Finalmente se concertaba con el invadido un tratado de "amistad, comercio y navegación", tomándose los ingleses el derecho de usar las aguas jurisdiccionales, construir factorías, entrar sus productos sin trabas aduaneras y gozar sus residentes de un régimen legal de excepción que los ponía fuera de las leyes locales.
La libertad gestionada por medios tan expeditivo era para los ingleses y nada más que para los ingleses. Una libertad bien entendida empieza y concluye en casa. A veces la guerra terminaba con la libertad de introducir opio _como con China en 1842_ resistida por la tiranía nativa que pretendía restringir a sus nacionales la libertad de fumar una droga monopolizada por el comercio británico.
Por supuesto que este párrafo es sólo una pequeña muestra, un pequeño recordatorio: la rana de la fábula creyó al escorpión cuando, al pedirle que lo ayudara a cruzar el río, le dijo que no la iba a picar porque de lo contrario los dos morirían. Un imperio que se formó depredando a punta de cañón, no puede convencer a nadie de que ahora es una inofensiva rana.
Presidenta Cristina Fernández. Acto en Casa Rosada al reasumir sus funciones.
(Fragmento referido al tema colonialismo, Cameron y Malvinas).
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(*) La guerra del Paraguay. José María Rosa.
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