Ex presidente Raúl Alfonsín |
La Presidenta Cristina Fernández presenta informe sobre Papel Prensa. |
Advertencia
Se han empleado tres medios para replicar a mis Cartas sobre la prensa y la política militante en la República Argentina.
-El primero consiste en prescindir del raciocinio y del examen del asunto general,
-El segundo en aseveraciones calumniosas,
-El tercero en insultos personales,
A estos medios contesto,
Prosiguiendo mi estudio de la prensa de desorden,
Rectificando las calumnias con respeto,
Obligando al detractor a que me haga enmienda honorable con sus palabras de otro tiempo.
De
aquí las tres partes en que se distribuye la materia de este escrito,
provocado por el uso de medios nunca vistos, contra el propósito que
había formado de abandonar mis Cartas a la crítica, no al
atropellamiento vandálico.
I
Terroristas de la prensa - Si los que atropellan la ley estando abajo, pueden respetarla estando arriba
Prosigo
con la serenidad que al principio, sin sacar un pie de la ley, mis
estudios de la prensa que hace imposible a la libertad imposibilitando
el gobierno y que levanta los tiranos sirviendo al desorden de que son
hijos.
Si sus golpes, de que soy objeto
gratuito hace seis meses, no me han impedido ser respetuoso en las
anteriores cartas, menos me lo impedirán los ataques recientes que he
motivado por la emisión de la verdad austera.
Con
la calma con que el naturalista examina la escoria que el volcán arroja a
sus pies, yo estudiaré, en el interés del progreso de la libertad, el
fango echado sobre mis vestidos por el carro de la prensa bárbara.
Procuraré
caracterizar y entregar personificados a la reprobación de los buenos,
la prensa de desquicio, el fraude en la polémica, el delito en el
debate, el chisme infidente que disuelve la sociedad; esa prensa, en
fin, en que los tiranos sedentarios e impotentes enseñan por el ejemplo
de sus violencias a los caudillo a desnudar su espada y hollar las leyes
protectoras de la libertad.
Mi objeto no es
personal; no haré de la cuestión de todos una cuestión de mi persona.
Cuando la defensa alguna vez me alcance, será en servicio de la bandera
que no debe aparecer apoyada por soldados indignos de su causa.
Sirvo
en este debate al principio de orden, al interés de la paz de la
República Argentina. El éxito de la mentira es de un momento; él pasará y
yo seré vengado, sin ejercer venganza.
Ataco
una escuela, un sistema, una manera de entender y de ejercer la prensa
política, Si un escritor se constituye el modelo y personificación de
ella, mejor para mí, mejor para la idea que sirvo, peor para él, porque
todo estudio aplicado y experimental, todo pensamiento realizado en un
hecho material, adquiere cuerpo, entra por los ojos y dispensa del
examen.
La prensa bárbara ha puesto su cuerpo
en la mesa del anfiteatro; hagámosle la autopsia. La libertad hará
doctrina útil a su causa.
¡Espectáculo serio y
triste para la República el que esa prensa acaba de presentarnos a la
vista del extranjero!. Todo un sistema, todo un programa, todo un orden
de ideas, se ha develado vivo y palpitante en la actitud que la hemos
visto tomar delante de la crítica ajustada a la ley.
No
hay dos justicias, dos legalidades, dos probidades en la practica del
derecho público, una de gobernante, otra de gobernado: no!
No pueden ser amigos de la libertad, los que ejercen el libertinaje de la prensa.
No pueden ejercer fielmente el poder, quienes ejercen infielmente la libertad.
Los que atropellan la ley estando abajo, no pueden respetarla estando arriba.
No
podrán respetar la persona, el hogar, la vida privada, como ministros
de Estado, los que lo atropellan criminalmente por la pluma siendo
particulares.
No pueden realzar el poder, quines prostituyen la prensa a la detracción culpable.
¿Podría respetar la vida como gobernante, el que descuartiza el honor como aspirante al gobierno?
¿Podrían
servir a la causa y a los intereses del comercio y de la industria, los
que fomentan las revoluciones, campañas, guerras de desolación y de
empobrecimiento?
¿Podrá sufrir la oposición como ministro, el que no puede soportarla como ciudadano?
¿El que insulta la justicia ajena estando desarmado, la respetaría teniendo bayonetas?
¿Los que imponen su opinión, su nombre, su persona con vara de fierro, respetarían como ministros las opiniones ajenas?
¿El que no teme la opinión cuando aspira, la temería estando en el poder?
¿Podrán dar respetabilidad a la autoridad, los que ponen la libertad en ridículo?
¿Podrán ser Franklin en el gobierno, los que son Quiroga en la prensa?
La
libertad de la prensa tiene dos enemigos capitales: el tirano y el
detractor, o más bien uno solo, porque el detractor no es más que el
tirano desarmado.
¿Qué es el detractor? El
que rompe la ley con su pluma infligiendo por sí la infamia que solo el
Juez puede imponer en nombre de la ley. El tirano no hace otra cosa con
la espada. El detractor, como el tirano, degüella créditos, sin juicio,
ni proceso: es un vándalo de tinta y papel.
A
cada modelo de prensa va unido un modelo de gobierno: la violencia es
una: se llama detracción en la prensa, tiranía en el gobierno. Quiroga
en la prensa sería detractor: en el gobierno, el detractor sería
Quiroga.
Vanidad pobre es confundir la prensa
con la libertad. Ella es campo de caudillaje y de tiranía, lo mismo que
el gobierno. La tiranía de pluma es el prefacio de la tiranía de espada.
El
atentado en la palabra es precursor del atentado en la acción; el
libelista es precursor del insurrecto, heraldo del desorden y centinela
avanzado del despotismo. Es el mismo ente con distintas armas según los
tiempos.
En la república todos los tiranos
trepan al poder por la estatua de la libertad: es la escalera de orden.
Lo mismo los tiranos de pluma que los tiranos de espada. Si queréis
conocer la fe de este último, presentadle de frente la libertad: la hará
pedazos.
En la primera época de la
revolución de América las armas eran la única fuente de los caudillos:
hoy son las armas y la prensa. La España fue arrojada por la espada, no
por la pluma. La pluma es arma que vino con la discusión de forma de
gobierno, y entonces tuvimos dos clases de caudillos y dos instrumentos
de elevación. Y así como la espada hizo creer a más de un soldado, que
el gobierno era su propiedad, más de un escritor servidor de la buena
causa ha caído por el mismo hecho en igual equivocación.
Fatuidades infinitas se abrigan en la prensa bárbara.
El fraile de la edad media decía: La religión soy yo. Y la menor objeción a su conducta os valía el título de impío.
El tirano Luis XIV decía: El Estado soy yo, y la desafección de su persona os valía el dictado de traidor a la patria.
El
demagogo dice hoy: La libertad soy yo, y no podéis leer con vuestro
criterio una de sus obras sin que os apellide esclavo del tirano.
Poned
el gobierno en manos de esa fatuidad y sucederá lo siguiente:
ejerciendo la oposición liberal, atacaréis un decreto de su mano. En
posesión de la pluma de ministro, no replicará con artículos de gaceta;
replicará con la cárcel; y ¿qué menos merecerá el malvado que tenga la
perfidia de encontrar malas las obras del ministro? El hombre-justicia,
el hombre-libertad, verá naturalmente en cada ataque hecho a su persona
pública, un atentado inferido a la libertad personificada, y el castigo
será naturalmente su resultado.
Una cosa hay
imposible en la tierra, y es: que el escritor que mancha sus manos en
lodo (nombre humano dado al crimen en la prensa bárbara) puede dejar de
ser un ministro carcelero. Enlodar, es injuriar; injuriar, es delinquir.
El que delinque como uno estando desarmado, delinquirá como mil
teniendo bayonetas.
La prensa bruta abriga
otra ilusión, y es la de creer que no hay delito donde hay fango, ni
fango ni delito donde no hay proceso ni sentencia. A esa ley el matador
impune sería hombre honrado. No es la sentencia la que infama, sino el
crimen; y el crimen es anterior y puede existir sin el proceso. Los
jueces no hacen la justicia: la declaran: cuando ellos no la declaran,
porque nadie la pide, la conciencia pública la aplica a su modo, que no
es el menos temible.
Esa prensa cree que ama
la libertad porque combatió la tiranía, y en ese sentido puede alguna
vez estar de buena fe, sin que en realidad, sus héroes dejen de ser tan
tiranos como sus émulos de espada. La rivalidad, la competencia de
intereses, toma el aire de oposición de principios.
Esa
prensa cree que ama el progreso porque pide caminos, navegación,
población y progresos materiales cuando no está en el poder; y en ello
no hace más que hablar a la opinión que quiere propiciarse, el lenguaje
que halaga a esta época de vocación económica; como el niño maligno que
habla a la abuela de plantas, de rapé y de novenas, cuando quiere
sacarle algún favor.
Esa prensa cree que en
el insulto hay otro infame que el delincuente. Ella olvida que en la
injuria escrita, como en la injuria de hecho, la ignominia es del
delincuente no del ofendido. Una puñalada, es un insulto de hecho en
lugar de ser un insulto de palabra: ¿a quién mancha la sangre derramada?
¿al herido o al delincuente? ¿Hacia cuál va la simpatía pública y tras
de cuál va el juez del crimen?
Esa prensa cree
que un adjetivo es un argumento y que un ultraje es una razón; que la
fuerza del escritor está en el poder del dicterio y que cuanto más grita
más persuade; no sabe que los insultos del reo no ahogan la voz de la
justicia.
Esa prensa cree que hoy puede
escandalizar la sociedad, y mañana convertirse en cátedra de moral
política; que hoy puede firmar sainetes y mañana leyes para la
República; que hoy puede dar un curso de insurrección, y mañana un curso
de disciplina; que se puede escribir el lenguaje de la recova, y
pertenecer a corporaciones literarias; y que se puede reunir a la vez el
desenfado del cómico y el decoro del ministro.
Esa
prensa cree poder merecer la opinión de probidad, ejerciendo al mismo
tiempo la calumnia y la injuria, como si estos actos perteneciesen a las
bellas artes y no al código penal.
Esa prensa
cree que hay talento en emplear el lodo, porque de cualquier modo algo
desdora el lodo; y olvida que un cerdo puede voltear de un encontrón a
una dama en el barro; y desprestigiarle en cierto modo, sin que el
chancho tenga el talento que se arroga esa prensa.
Esa
prensa cree que toda brutalidad es del panfleto de Fonfred y Cobbet y
no repara que sólo en Londres y París pueda haber brutos de esa clase,
siendo sospechosísimo de tener más afinidad con la pampa que con la
Europa el panfleto aldeano de Sudamérica.
Esa
prensa cree que toda victoria y toda arma es lícita, y no sabe que hay
triunfos mal habidos como hay usurpaciones usurpadas. Triunfar por la
calumnia es triunfar por un día. Restituir la victoria, es peor que una
derrota.
Por fin cree esa prensa fatua, que
puede pasar por culta y elegante vistiendo bota de potro y oliendo a
charquicán; y que puede hacer la guerra al gaucho inculto siendo ella un
dechado de gauchaje, ¡como si pudiese haber prensa inculta del partido
culto!
Estas palabras impresionantes son de JUAN BAUTISTA ALBERDI y pertenecen a sus "Cartas Quillotanas", y a la polémica entablada con Domingo F. Sarmiento por medio de cartas, intercambiadas a través de la prensa: El Mercurio y El Diario, ambos de Chile. (Cartas quillotanas, parte 2º. Ver también Cartas quillotanas Parte 1º)*.
Estamos en tiempo de polémica con y dentro de, la prensa. Polémica que a veces se parece más a una guerra, y las imágenes de Raúl Alfonsín y de Cristina Fernández no son casuales. Ambos fueron víctimas (y contendientes) en esta guerra donde no se trataba (trata) de lucha de pares por muy dura que fuera (como parecía ser la disputa entre Sarmiento y Alberdi) sino una lucha como las del siglo XX-XXI, donde los medios de prensa no son sólo vehículos de la palabra, sino parte de un verdadero PODER, no ya el 4º, como se creía en algún tiempo, sino de los primeros. Junto con el Poder Económico y el Poder Político, las Corporaciones Mediáticas ponen en jaque hasta éste último. Y ésto puede verse, incluso en países como los EEUU, que se ve hostigado por las corporaciones financieras, el Poder Militar con las corporaciones armamentísticas y la industria farmacéutica. Pero sobre todo, porque el poder económico está cada vez más concentrado, diversificado y globalizado. Por lo tanto, hablar de la tan mentada "división de poderes" de una república parece cosa del pasado, aun cuando para algunos siga siendo una verdad incuestionable.
Es interesante ver, en las cartas de Alberdi, cómo califica a las palabras vertidas en la prensa (destacadas por quien esto escribe), y cómo se defiende. "A diferencia de las otras polémicas chilenas, Sarmiento pierde con Alberdi la mesura y el decoro. Furibundo y más personalista, truena y centellea frente al frío y culto Alberdi. La polémica enfrenta a dos espíritus superiores", dice Mónica Scarano en La polémica entre Sarmiento y Alberdi: un debate cultural (ver trabajo completo AQUÍ). Pero hay una abismal diferencia entre aquella polémica y estas guerras en las que, ambos presidentes, se transformaron en víctimas: Alberdi y Sarmiento eran PARES. El ex presidente Alfonsín y la presidenta Kirchner no pueden, luego de tantos años y tantas transformaciones a nivel país pero también a nivel global, considerarse pares. El ex presidente Alfonsín perdió su batalla con el Grupo Clarín (y todos sus aliados) y la Presidenta Fernández de Kirchner está dando una batalla titánica. Una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ampliamente debatida, consensuada y votada en el Congreso, no puede aplicarse plenamente gracias a los favores de una parte (muy importante) de la corporación judicial, más proclive a defender al verdadero PODER que a las leyes votadas por el pueblo, que le otorga una medida cautelar para resguardar sus intereses desde hace más de 3 años.
Por eso el rol de la blogósfera (tal como nos cuenta Aldo Ulises Jarma en su libro "Destripando lo sagrado") fue tan importante, como una manera de compensar una lucha tan despareja. Fue en el peor momento del jaqueo a Cristina, cuando quedó al desnudo cómo los grandes medios se habían aliado con "el campo" (durante el debate legislativo por la Res. Nº 125 sobre Retenciones) y pretendían imponer un consenso (al tiempo que fogoneaban un golpe), y muchos empezaron a sentir que "algo había que hacer". Y ahí empezaron a surgir los blogs en apoyo al gobierno y al Proyecto, de la mano de las nuevas tecnologías.
Algunas frases de la carta de Alberdi parecen pensadas para dar respuesta hoy a muchos de los ataques de cierta prensa contra el gobierno, multiplicando agresiones, insultos, desvalorizaciones, desinformando, creando miedo, presionando a los grupos del poder económico, al poder judicial, funcionando como un Estado dentro del Estado, inventando campañas de desprestigio, creando climas para perjudicar la marcha del país... Alberdi y Sarmiento sólo tenían su palabra y los diarios y libros en las que publicaban. Hoy, los "dueños de la palabra" están concentrados, son poderosos porque tienen mucho más que la palabra: son dueños de los medios, y éstos tienen múltiples formatos: diarios en papel, TV, radios AM y FM, diarios online, revistas... Por ahora, el ciberespacio de los bloggs es libre...Por ahora...
Ojalá podamos continuar con nuestras pequeñas batallas diarias defendiendo nuestro derecho a hablar.
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Es interesante ver, en las cartas de Alberdi, cómo califica a las palabras vertidas en la prensa (destacadas por quien esto escribe), y cómo se defiende. "A diferencia de las otras polémicas chilenas, Sarmiento pierde con Alberdi la mesura y el decoro. Furibundo y más personalista, truena y centellea frente al frío y culto Alberdi. La polémica enfrenta a dos espíritus superiores", dice Mónica Scarano en La polémica entre Sarmiento y Alberdi: un debate cultural (ver trabajo completo AQUÍ). Pero hay una abismal diferencia entre aquella polémica y estas guerras en las que, ambos presidentes, se transformaron en víctimas: Alberdi y Sarmiento eran PARES. El ex presidente Alfonsín y la presidenta Kirchner no pueden, luego de tantos años y tantas transformaciones a nivel país pero también a nivel global, considerarse pares. El ex presidente Alfonsín perdió su batalla con el Grupo Clarín (y todos sus aliados) y la Presidenta Fernández de Kirchner está dando una batalla titánica. Una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ampliamente debatida, consensuada y votada en el Congreso, no puede aplicarse plenamente gracias a los favores de una parte (muy importante) de la corporación judicial, más proclive a defender al verdadero PODER que a las leyes votadas por el pueblo, que le otorga una medida cautelar para resguardar sus intereses desde hace más de 3 años.
Por eso el rol de la blogósfera (tal como nos cuenta Aldo Ulises Jarma en su libro "Destripando lo sagrado") fue tan importante, como una manera de compensar una lucha tan despareja. Fue en el peor momento del jaqueo a Cristina, cuando quedó al desnudo cómo los grandes medios se habían aliado con "el campo" (durante el debate legislativo por la Res. Nº 125 sobre Retenciones) y pretendían imponer un consenso (al tiempo que fogoneaban un golpe), y muchos empezaron a sentir que "algo había que hacer". Y ahí empezaron a surgir los blogs en apoyo al gobierno y al Proyecto, de la mano de las nuevas tecnologías.
Algunas frases de la carta de Alberdi parecen pensadas para dar respuesta hoy a muchos de los ataques de cierta prensa contra el gobierno, multiplicando agresiones, insultos, desvalorizaciones, desinformando, creando miedo, presionando a los grupos del poder económico, al poder judicial, funcionando como un Estado dentro del Estado, inventando campañas de desprestigio, creando climas para perjudicar la marcha del país... Alberdi y Sarmiento sólo tenían su palabra y los diarios y libros en las que publicaban. Hoy, los "dueños de la palabra" están concentrados, son poderosos porque tienen mucho más que la palabra: son dueños de los medios, y éstos tienen múltiples formatos: diarios en papel, TV, radios AM y FM, diarios online, revistas... Por ahora, el ciberespacio de los bloggs es libre...Por ahora...
Ojalá podamos continuar con nuestras pequeñas batallas diarias defendiendo nuestro derecho a hablar.
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*Cartas quillotanas. Polémica con Sarmiento. Juan B. Alberdi (1853). 2 ª Parte
**La polémica entre Sarmiento y Alberdi: un debate cultura. Mónica Scarano (La polémica entre Sarmiento y Alberdi).
***Destripando lo sagrado. Aldo Ulises Jarma.
**La polémica entre Sarmiento y Alberdi: un debate cultura. Mónica Scarano (La polémica entre Sarmiento y Alberdi).
***Destripando lo sagrado. Aldo Ulises Jarma.
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