“Yo he visto malos que se han vuelto buenos, pero no he visto jamás un bruto volverse inteligente-”
¿Y qué pasaría si el bruto fuera, además, malvado, perverso, cruel y tuviera en sus manos los destinos de toda una sociedad?
Sobre un fenómeno tan masivo como destructivo e inédito en nuestra época como fue la Pandemia, nunca pudimos medir la magnitud de los cambios que producirían tanto en nuestras psiquis como en la sociedad toda. Los temores, las incertidumbres, la necesidad de saber y de ponerse a resguardo, tanto de los contagios como de las posibles consecuencias económicas lógicas que se producirían, generó el (re)surgimiento de reacciones que todavía hoy padecemos. Los cambios en las sociedades generaron que algunos se volcaran sobre sí mismos mientras otros las exteriorizaran de manera agresiva y/o con violencia. Estas últimas, aprovechadas por los oportunistas que nunca faltan, las vimos canalizadas tanto en medios de comunicación (desinformados y con más interés en la espectacularidad y el rating que en la búsqueda de información seria, es decir, pensando más en sus propios negocios que en el imprescindible rol de ser un SERVICIO A LA COMUNIDAD en tiempos de Pandemia) como en redes sociales, y luego buscando expresarse en las calles, vacías de quienes respetaban el Aislamiento Social imprescindible para minimizar contagios, con un alto grado de violencia dirigido especialmente hacia la dirigencia pero también hacia cualquiera que estuviera en una posición opuesta a sus expresiones.
Teseo mata a Procusto: kílix del siglo V a.C. |
Algunos que hoy encabezan la “mirada de Procusto” sobre la sociedad, fueron receptores y a la vez, impulsores de la bronca, el desencanto y la furia durante aquella Pandemia y hoy de un fenómeno político-social aprovechado por las élites para, cuando no, sacar provecho del miedo y el caos. Sin olvidar el hecho previo de un país endeudado hasta límites indecibles por una dirigencia inescrupulosa e inhumana, la Pandemia vino a echar sal sobre una herida abierta. En ese contexto se daba entonces, entre otras, la disyuntiva entre priorizar la SALUD de la población o priorizar la ECONOMÍA. Y allí fue cuando escuchamos una de las frases más célebres y nefastas de un ex Presidente diciendo “que se muera el que se tenga que morir” porque lo más importante es/era que “no se detenga la economía”. Esta vía (elegida por gobiernos neoliberales como Brasil, Estados Unidos, el Reino Unido y que pretendía dicho ex presidente para la propia Argentina) es la que aboga por el camino darwinista de la sobrevivencia del más apto, Hacer vivir a los que pueden sostener el aparato productivo y dejar morir a los que se han convertido en una carga para el sistema, como los ancianos, y conseguir de ese modo la inmunidad de rebaño.
La amalgama y el odio
Al hilo de la pandemia ha surgido una amalgama integrada por grupos negacionistas, asociaciones antivacuna, adeptos a la teoría de la conspiración y la ultraderecha (que sostiene decididamente esta unión) que cobra cada vez más fuerza en el mundo organizando manifestaciones a cara descubierta y sin ningún respeto por la distancia entre los cuerpos. Dicha amalgama afirma que todo es un invento de los gobiernos democráticos para coartar las libertades y someter a los ciudadanos a una dictadura mundial donde la maniobra final es la introducción, mediante la vacunación masiva, de un chip con el cual dominarían a los sujetos. Sus consignas, como en la importante manifestación de Berlín “Festival de la libertad y la paz” de agosto de 2020, apuntan a la dimisión del gobierno y a la finalización de las medidas contra la pandemia (que llaman “plandemia”) y convocan a resistir dado que “son el pueblo” en marcha hacia una revolución que viene a iluminar a los “covidiotas”. Este discurso, que tiene visos de ser un delirio, no deja de ser funcional a todos aquellos que defienden la vía del darwinismo social dado que es un accionar que se sostiene en el odio y que busca generarlo. Un odio a los gobernantes que los privan de la libertad y los quieren convertir en esclavos del sistema gracias a una enfermedad que es un invento, un odio al personal sanitario por su complicidad y también a los periodistas que denuncian su delirio. Es un odio que no permite el debate, es una certeza que no les permite más que luchar. Este odio es estimulado y utilizado por los partidos de la ultraderecha para conseguir más votos y de ese modo aumentar su presencia política. (La nueva pandemia: misantropía y ultraderecha - Contrapoder - elDiario.es)
Negar la relación existente entre ese mundo que pinta el autor de la nota, vivido en tantas latitudes del planeta y padecido también por nuestra sociedad, sería una necedad. Admitir que, de ese germen que nació en la Pandemia, hayan brotado gobiernos de Ultraderecha como el que en pocos días asumirá en Argentina resulta una casi natural consecuencia. La apelación a la LIBERTAD frente a las restricciones que impuso una Pandemia, la priorización de la ECONOMÍA frente a la SALUD, del derecho individual frente a la solidaridad, el fomento del ODIO como única vía de emoción como motor de unión y acción de resistencia están vigentes en el presente. Un gobierno nacido de esa matriz y que pone como justificación el “desastre económico” que, supuestamente, se hubiera evitado de seguir el camino propuesto por el liberalismo (probadamente falso) no puede menos que apelar a las medidas más drásticas que la situación impone, a fin de evitar los males que ya la sociedad padece, y que no podrá evitar hacer padecer. Es decir, PROCUSTO se haría un festival viendo cómo estos gobernantes de Ultraderecha nacidos al calor de la Pandemia cortan piernas y cabezas de sus gobernados con la promesa de una Paraíso futuro a muy largo plazo y la “grandeza de la Patria”. Gobernantes para quienes la “justicia social es una aberración” y “el impuesto es un robo” porque lo más importante es "la LIBERTAD del zorro en el gallinero".
Según la mitología griega, Procusto, Procrustes, (‘estirador’), también llamado Damastes (‘avasallador’ o ‘controlador’), Polipemón (‘muchos daños’) y Procoptas, era un bandido y posadero del Ática (o según otras versiones a las afueras de Eleusis). Se le consideraba hijo de Poseidón, (Wikipedia).
En la mitología griega, como en todas las mitologías, encontramos la respuesta a muchos de los interrogantes que nos planteamos en la vida. Aunque en realidad son los mitos, creaciones humanas, una forma poética de explicarlos. Quienes venimos después, recurrimos a sus relatos para encontrar la forma que los antiguos dieron a dichos interrogantes.
Cuenta el mito que Procusto era un aldeano bruto y perverso que daba albergue a viajeros a los que sometía a torturas en un lecho muy particular. Tenía en realidad dos lechos que usaba según los casos. Si el viajero era más bien alto lo obligaba a acostarse en un lecho más pequeño y cortaba sus piernas a fin de que se "acomodara" al tamaño del lecho. Y si en cambio el viajero era más bien pequeño lo hacía acostar en el lecho más grande y estiraba sus miembros hasta que se “acomodaran” al tamaño del lecho descoyuntándolo de manera brutal y dolorosa. Fue el héroe Teseo quien lo eliminó castigándolo con las mismas crueldades con que él sometía a los viajeros a los que albergaba.
El mito de Procusto con sus diferentes calificativos (estirador, avasallador, controlador, el que hace muchos daños) ha servido para explicar el comportamiento social de aquellas personas que, por crueldad, pereza mental o simple mediocridad y falta de imaginación, pretenden que la realidad se someta a sus propias limitaciones.
Teseo y Procusto: lado A de un ánfora ática del s. V, de figuras rojas sobre fondo negro, firmada por Alquímaco. |
Detalle del ánfora de Alquímaco. |
¿Por qué traer a Procusto y su mito hasta el presente?
El afán del cruel posadero por adaptar el tamaño de sus huéspedes al de su lecho es asociado, por lo general, a la mediocridad de la burocracia moderna en la que, a cualquiera que pretenda sobresalir, se le "corta la cabeza" a fin de no romper dicha mediocridad. También se lo conoce como el "síndrome de la amapola alta". Sin embargo las interpretaciones no terminan allí.
El Síndrome de Procusto describe a una personalidad que, incapaz de adaptarse a la realidad, pretende que la misma se adapte a su incapacidad o falta de creatividad o imaginación. Esa incapacidad se traduce en envidia al que considera superior, y muchas veces deriva en actitudes dañinas de diferente tipo hacia el otro, a fin de opacar ese brillo molesto.
Según la Psicología, el síndrome de Procusto se da en personas con un elevado nivel de frustración y poca sensación de control, teniendo una autoestima baja o lábil. En ocasiones han sufrido vejaciones y diferentes eventos estresantes y traumáticos que han provocado que duden de su propia capacidad, con lo que personas que se perciben como superiores o con posibilidades a serlo les son aversivas. (Síndrome de Procusto: ¿por qué odiamos a quienes destacan? (psicologiaymente.com)
El Síndrome de Procusto no se limita a describir una actitud individual en relación con los demás. También se extiende a un ámbito social más amplio. Si trasladamos dicha actitud a dirigentes, políticos o burócratas de la administración de un país, la falta de imaginación y creatividad, además de los intereses hacia el Poder Real que pueden representar, se traducen en una total falta de empatía hacia quienes sufrirán las consecuencias de sus actitudes cerriles. La envida, la falta de empatía y la crueldad forman parte de esas personalidades capaces de hacer mucho daño, y no sentir ninguna culpa ya que consideran que está justificado todo lo que hagan.
Frases como "era una medida durísima pero lo teníamos que hacer" (ex Ministra de Trabajo luego de rebajar 13% del ingreso a jubilados), "que se muera el que se tenga que morir" (ex presidente en plena Pandemia), "no hay plata, por lo tanto el pago del aguinaldo está en duda", (funcionario electo, amante de las motosierras), "no habrá luz pá todos, vayan comprando generadores", (funcionaria designada con intereses en el área Energía), “hay que sufrir, van a tener que sufrir, no hay más remedio” (ex asesor del gobernante electo), etc. son solo algunos ejemplos. No solo muestran falta de imaginación y de ideas superadoras sino la carencia de humanidad y empatía que un dirigente (sobre todo si es la máxima autoridad elegida por su pueblo) necesita en una Democracia. Recuerdo una frase del padre del mismo ex Presidente a quien le importaba más la economía que la salud de la población en plena Pandemia: "Mi hijo no puede ser Presidente, porque no tiene corazón". (El día que Franco Macri dijo que "Mauricio no tiene corazón para ser presidente" - Mendoza Post)
Si a la falta de empatía se le suma la crueldad, el PELIGRO por lo que puede acontecer en la sociedad es difícil de prever. Funcionarios que aun no asumieron amenazan con "sufrimientos necesarios" para combatir males que YA generaban sufrimiento. Pero la misma sociedad a la que se le promete sufrimientos es amenazada por si se le ocurriera reclamar o protestar. En lugar de pensar cómo los sufrimientos que proponen generarán reacciones, no se les ocurre nada mejor que amenazar con reprimir esos reclamos. Ni hablar de usar la imaginación para encontrar soluciones alternativas: la "solución" siempre es CORTAR LAS PIERNAS que sobran del Lecho de Procusto, o la cabeza de quien quiera sobresalir, sea para proponer "otras soluciones" o para levantar su voz en nombre de los perjudicados por Procusto. Y lo más grave es el contagio que las amenazas de ciertos dirigentes produce en grupúsculos violentos nunca repudiados ni sancionados por la justicia, que por supuesto, responde al Poder Real que los utiliza y sostiene: “La gente les va a pegar una paliza en la calle a los que se dedican a joder...” al nuevo gobernante (senador provincial neoliberal) (Joaquín De la Torre: "Le gente le va a dar una paliza a los políticos que se dediquen a joder" | El senador bonaerense y una amenaza que se repite | Página|12 (pagina12.com.ar)
Mauricio Macri: “Los jóvenes no se van a quedar en casa y los orcos van a tener que medir muy bien cuando quieran hacer desmanes en la calle” - InfobaeLo que en Pandemia eran manifestaciones opositoras “en nombre de la Libertad” contra las Cuarentenas obligatorias, en un futuro gobierno que promete ajustes “con motosierra” que generarán lógicas protestas de los perjudicados, las amenazas de grupos de choque violentos (a los que ya conocimos en el clima previo del Atentado a la Vicepresidenta y que continúan con su metodología amenazante en redes sociales) (Elevan al fiscal nuevos mensajes amenazantes de Revolución Federal en redes (ambito.com) pueden terminar en una violencia social y política difícil de controlar, a menos que se cuente con una Ministra de Seguridad que se especializa en disparar primero y preguntar después, imponiendo "orden" a sangre y fuego aunque haya muertos.
Ajuste, violencia política y represión es la receta de la Dictadura setentista que ahora vuelve con el aval mayoritario de los votos.